«Cuando era pequeño, en mi casa se escuchaba a Joan Manuel Serrat, Juan Luis Guerra, José Alfredo Jiménez... Mis primeras influencias fueron latinas», recuerda Erik López (Cambrils, 1980). Con la rebeldía de la adolescencia se agarró fuerte el rock and roll de Héroes del Silencio, Guns N’ Roses o Metallica, pero sin perder de vista a Jarabe de Palo, Manu Chao o Los Rodríguez. «De Los Rodríguez me encantaba como fusionaban el rock con la milonga o el tango», afirma.
En eso anda metido él ahora. Tras 25 años de prolífica carrera como guitarrista y vocalista de bandas de rock –No Apto, Los Aliados o L.A. Vamps– ahora se ha pasado en solitario a las rancheras y la cumbia.
Ya ha lanzado dos singles, Tierra prometida y Abrázame, y se avecina disco bajo la producción de Micky Forteza, ganador de un Grammy Latino. Se ha rodeado de músicos cubanos y colombianos –también le acompaña su hermano Aleix– y el resultado es una mezcla de estilos en la que también hay rumba o flamenco. «En Abrázame, que tiene un rollo más fronterizo, hemos metido una trompeta, un violín y percusión africana», cuenta.
«Soy un rockero intentando no hacer rock», dice. Pero es inevitable que salga su lado más duro. «El feedback que estoy recibiendo del público es muy bueno. Los puristas de la cumbia y la ranchera me dicen que es rock, y los rockeros, que no lo es. Al final, los solos de guitarra son más bien rockeros, aunque algunos fraseos van hacia otro lado», explica.
Las videoclips de las dos canciones acumulan ya cerca de 30.000 visualizaciones, muchas de ellas desde el otro lado del charco. De hecho, su intención es presentar el disco por toda España y dar el salto a México, donde ya está sonando en las radios.
«El público mexicano es muy respetuoso con el arte, desde todos los ámbitos, no solo la música, y hay una escena de conciertos, salas o medios que aquí no hay. No quiero decir que el público español no sea bueno, al contrario, pero aquí cuesta más conseguir apoyo y visibilidad», sostiene.
El cambrilense va por libre en este nuevo proyecto, alejado de la industria musical, «si es que aún hay industria». «Yo tomo las decisiones en el momento, como mucho lo puedo comentar con mi mujer, que también es mi manager, o con Micky Forteza, pero la última palabra la tengo yo». Ha cambiado las sesiones en el local de ensayo típicas de cualquier banda, a trabajar más en el estudio.
Su cuartel general es Forte-Music, en Barcelona, donde Forteza ha moldeado trabajos de Jarabe de Palo, Antonio Orozco, Leyva o Tarque. La masterización va a cargo de otro ganador de Grammys Latinos, Jordi Solé de Music Lan (Bunbury, Loquillo o Manolo García). Asegura que varias discográficas se han interesado en ‘ficharle’, pero estamos en una época «en la que no se venden discos, no hay ni tiendas, y cualquier persona con un poco de ingenio y con las redes sociales puede hacerse un hueco».
Recurre a letras referentes a experiencias personales, sin rehuir del clásico amor y desamor. «Tierra prometida habla de la gente que tiene que emigrar para buscarse la vida. Hay quien lo interpreta por los mexicanos que cruzan a Estados Unidos o los africanos a España, pero está inspirada en mi padre y mi abuela, que vinieron a Catalunya desde Andalucía», comenta.
López, que con No Apto logró un gran reconocimiento y llegó a girar por Estados Unidos a finales de la década de los 2000, afronta esta nueva aventura sin la ansiedad por triunfar que tenía cuando era un veinteañero. «Aspiro a hacer buenas canciones que gusten a la gente y poder seguir tocando y trabajando». Ya vive de la música con su escuela Rock & Soul y con los bolos que da en la temporada turística con sus otras propuestas.