‘Soundtrack to a Coup d’État’: La CIA contra los Estados Unidos de África

El documental de Johan Grimonprez, que opta al Oscar, cuenta, a ritmo de jazz, la independencia del Congo a mediados del siglo XX

22 febrero 2025 15:30 | Actualizado a 23 febrero 2025 07:00
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El Congo logró la independencia de Bélgica en 1960, en plena Guerra Fría. Ninguno de los países llamados ricos estaba dispuesto a dejar que el proyecto de descolonización que se estaba fraguando en África y que iba hacia unos Estados Unidos de África llegara a buen puerto. Lo que pretendía ese proyecto utópico era devolver los derechos de explotación de los recursos naturales a los africanos. Lo formuló Malcolm X más o menos así: África no es pobre, son los africanos los que son pobres. Soundtrack to a Coup d’État, documental del cineasta belga Johan Grimonprez que opta al Oscar a Mejor Documental, consigue hablar de la descolonización, los tejemanejes de la CIA en el Congo, la Guerra Fría y el arma secreta de EEUU: el jazz. A un ritmo, más que frenético, eléctrico, jugando con los ritmos propios del jazz, la película juega a acompasar la disposición de lo que cuenta con actuaciones en directo de algunos de los grandes del jazz, con entrevistas, y hasta usa la tipografía clásica del sello Blue Note para llenar la pantalla de citas y fuentes o letreros informativos.

Puede parecer que la película es un documental sobre el pasado reciente, sin embargo, las consecuencias llegan hasta hoy

El clímax final viene anunciado desde el inicio, de modo que la película se puede ver como una especie de thriller político a ritmo de jazz. En 1961 la cantante Abbey Lincoln, la escritora Maya Angelou, el percusionista Max Roach, entre otros, irrumpieron en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para protestar por el asesinato de Patrice Lumumba, a instancia de la CIA y con la complicidad de Bélgica. Seis meses antes, habían sido admitidas en la ONU dieciséis nuevas naciones africanas.

Puede parecer que la película es un documental sobre el pasado reciente, sin embargo, las consecuencias llegan hasta hoy, de ahí, la inclusión de breves fragmentos de anuncios de cierta marca de coches eléctricos y de cierta marca de teléfonos inteligentes: para la fabricación de ambos son necesarios recursos minerales que se obtienen en la región de Katanga. El conflicto, como se muestra al final de la película, continua, el coste humano lo siguen pagando los congoleños. Grimonprez utiliza tres fuentes principales para contar la historia del Congo: My Country, Africa de Andrée Blouin, Congo Inc. de In Koli Jean Bofane, To Katanga and Back de Conor Cruise O’Brien. Se sirve también de fragmentos en audio de las memorias de Nikita Jrushchov, presidente de la URSS, y también implicado en este episodio. Jrushchov se oponía a la política neoimperialista, pero las motivaciones soviéticas no eran más limpias que las de EEUU, se trataba más de afear a su eterno oponente que de defender la soberanía de las naciones africanas.

Mientras desentraña un episodio de la historia reciente, la película juega con el jazz, que usa como tema y como estructura

Soundtrack to a Coup d’État es un documental valioso en cuanto a lo que cuenta, pero su verdadera genialidad reside en el dispositivo que arma, en el uso del lenguaje cinematográfico para estructurar toda esa información, para romper la continuidad del relato, ir hacia delante y hacia atrás, mezclar entrevistas con testimonios y material de archivo y documentación. ¿Qué pinta el jazz en todo esto?, podría preguntarse. Por un lado, la película parece presentar una estructura jazzística: variaciones sobre un mismo motivo musical que guían el tema aunque a veces se pierda de vista. Por otro lado, algo mucho más evidente: mientras todo esto estaba sucediendo, la CIA enviaba a los músicos de jazz, de Louis Armstrong a Dizzy Gillespie, a giras por el mundo como una especie de embajadores oficiosos de la buena voluntad de EEUU; viajaban a países africanos, pero no solo.

La película es exigente para el espectador, al que se le reclama atención y finura para que vaya recogiendo los hilos: no se ofrece nada masticado, no hay maniqueísmos, sino hechos, que colocados unos tras otros cuentan una historia nada bonita.

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