Poesía completa Ernesto Cardenal
Autor: María Ángeles Pérez López
Editorial: Trotta
Quizá no exista libro más oportuno y necesario para imponerse a este tiempo dominado por el odio, por las persecuciones y la desolación que la poesía completa de Ernesto Cardenal (Granada, 1925-Managua, 2020). No existe mejor inversión en Sant Jordi o en cualquier día del libro o librería del planeta que acercarnos a esta convicción de bondad, a este alegato de lucha y confianza en que las bestias volverán a sus cavernas, de que lo injusto no prevalecerá. Porque leyendo al poeta, sacerdote y teólogo nicaragüense, uno sale no solo esperanzado, sino también consolado y agradecido de pertenecer a este mundo a pesar de todas las calamidades y angustias, a pesar de los genocidios y las injusticias que lo habitan porque como el apunta: «Todas las cosas nos hablan de Dios». Y el buen amanecer nos está esperando.
Esa voluntad de entender que el más humilde acontecimiento humano es también una expresión divina y sagrada es la que impregna su verso sencillo y rotundo, y la que impulsó su destino como poeta, siempre dando la cara, el cuerpo y la salud contra los totalitarismos. La poesía de Cardenal sigue esa estela de los monjes primitivos que en el siglo IV cuando veían a alguien cometer un error, decían: “he sido yo quien ha cometido el error”. O los primeros cristianos que antes de la eucaristía se pedían perdón unos a otros y ponían a disposición del celebrante sus abundancias, sus carencias. Así hace el poeta: «Aunque tú no vengas conmigo esta noche / mi alma ha quedado abierta para ti». La editorial Espasa ha dado un paso adelante lleno de justicia y literatura al añadir a su catálogo este extraordinario volumen de casi mil trescientas páginas del poeta que una vez fue nominado al Nobel y que absurdamente no lo recibió. Esta edición con prólogo de la Premio Cervantes Elena Poniatowska, en el que la escritora ya apunta los dones gloriosos de Cardenal: «Con los ideales que arden bajo una boina bien calada, Cardenal señaló una forma totalizadora de amar a los pueblos de América: la de la educación, la del amor a las letras, ante todo a los árboles y a las pasturas de la poesía. Al salir de sí mismo y reconocerse poeta, también reconoció con su palabra a todo un continente». Mención especial también merece la completa introducción que Remedios Sánchez, Catedrática de la Universidad de Granada, hace en este volumen: «Tradición y modernidad, palabra machadiana heredada en el tiempo, dándose la mano y llevadas hasta las últimas consecuencias con un fondo imperecedero: el Amor con mayúsculas». Ese amor hacia el cosmos, hacia la tierra y el ser humano como cuerpo hecho fruto: «Y cada fruto es como una síntesis del cosmos, es un trozo de materia cósmica asimilable. De modo que el pan y el vino de la misa son síntesis, y están en representación de todo el cosmos. Y están en representación de nuestro cuerpo, porque nuestro cuerpo es también fruto».
En su largo poema «Cantata del extraterrestre», escribe: “La nueva cosmología / cambiará los dogmas. Ya no nos queman por estas cosas». Ya podemos expandir la Palabra sin miedo, esa que arrope a las minorías, a los necesitados.
El inagotable legado de Ernesto Cardenal merece todos los homenajes y estudios para que su voz, tan urgente en nuestros días agónicos, recorra nuestras calles, nuestros pueblos y nuestros cuerpos sedientos de alma y de futuro.