A mediados de los años noventa, durante una charla informal, pregunté a Moebius por qué en muchos de sus dibujos, para conseguir un extraordinario efecto de detalle y volumetría, llegaba a trazar tantos miles de pequeñas líneas paralelas teniendo en cuenta lo fatigosa que debía resultar la reiteración del trazo. “No sé. Porque así logro entrar en lugares invisibles”, me respondió y siguió, sin alzar el rotulador, completando el trazo aéreo de una figura gracilísima con una hipnótica línea continua. Con Moebius, Obra hermética, la editorial Reservoir Books publica un auténtico atlas de los lugares invisibles que Moebius construyó para todos nosotros, la compilación de las historietas publicadas por el autor durante más de una década en la revista Métal Hurlant: Si El garaje hermético marcó un hito en el cómic experimental al eliminar la continuidad de los tres vectores sobre los que se edifica cualquier relato, tiempo, espacio y personajes, que mutan sin cesar, Arzach mostró las posibilidades contrarias, las de la hipercontinuidad de un espacio imaginal que, en aquel momento, constituía el lugar desde el que dibujaban otros artistas de Métal Hurlant como Druillet o Caza.
Proximidad a Centauri, La desviación o Hermético absoluto constituyen auténticos viajes psicotrópicos al interior de la propia materia discontinua del cómic, y The Long Tomorrow —con guión de Dan O’Bannon— y Balada contienen la semilla de películas como Blade Runner o Avatar, de manera respectiva. No se puede entender la ciencia-ficción cinematográfica o el videojuego de los últimos cincuenta años sin la clarividencia de Moebius. Su propio pseudónimo, Moebius, que asumió cuando aún firmaba como Jean Giraud y dibujaba El teniente Blueberry para abrir su camino más experimental en la revista Hara-Kiri procede —como señala en el postfacio Claude Ecken—de un relato de Heinlein, en el que el protagonista viaja al pasado, cambia de sexo, se acuesta consigo mismo y consigue autoengendrarse. Moebius se inventó a sí mismo e inventó la visualidad contemporánea, el mejor enclave en el que desaparecer en un tiempo de imaginaciones vicarias, de ensueños arrastrados por el scroll-infinito y topologías del agotamiento facultadas por el uso fagocitador de la IA.
Si, por el contrario, se trata de volver las miras hacia las emergencias del presente, Joe Sacco, cuyo periodismo en viñetas fructificó durante los años noventa en la extraordinaria Palestina y, más tarde, en Notas al Pie de Gaza, acerca de lo acontecido durante la guerra del Sinaí, en 1956, en las localidades de Rafah y Jan Yunis, regresa a la Gaza actual. Con la contundencia del presente, La Guerra de Gaza (Reservoir Books) reúne las páginas publicadas online por The Comics Journal para denunciar el horror del genocidio perpetrado por el gobierno de extrema derecha de Netanyahu con la connivencia de Estados Unidos en Gaza, un exterminio sistemático en el que, resuenan los ecos de la Shoah. Si del interior de Auschwitz apenas se conservaron unas fotografías tomadas por los sonderkommando, de las matanzas en Gaza, de los drones rematando niños existen, por fuerza, imágenes filmadas por los propios drones que nunca veremos, pero que quizá, la potencialidad secuencial del cómic permita denunciar.
Entre las novedades que resulta indispensable solicitar en la carta a los Reyes Magos, hay que anotar miradas sobre la realidad como el retrato de la árida travesía por los tratamientos de fecundación in vitro en Mañana será otro día (Reservoir Books), de la coreana Keum Suk Gendry-Kim, incursiones en mundos fantásticos que parecen surgidos de las misteriosas páginas de Henry Darger en Parque ciudad (Apa Apa), de Carlos G. Boy, joyas experimentales como Todo Mal (Apa Apa), de Moa Romanova, viajes hacia los futuros posibles de un personaje como el bellísimo Roco Vargas. Memorias de un futuro que no fue (Norma), de Daniel Torres, aperturas hacia la experiencia urbana como Los incorregibles. De cómo dejé de beber en Nueva York (Errata Naturae), de Julia Wertz, y obras maestras indispensables como Los pájaros que al surcar el alba (Dolmen). Luis Durán no sólo es uno de los más brillantes autores del cómic contemporáneo, capaz de acometer experimentos únicos como Orlando y el juego, obra cumbre de la narrativa fractal, o de entreverar el influjo de Henry James y Edgar Allan Poe en algunas de sus obras. Con Los pájaros que al surcar el alba, esos mundos góticos se alían con las raíces de un imaginario ibérico en el que se hilvanan Torrente Ballester, Los renglones torcidos de Dios de Luca de Tena, El extraño viaje de Fernando Fernán Gómez o La nave delle donne maledette, de Raffaello Matarazzo. Como para Moebius, la capacidad figurativa y la mutabilidad de las figuras de Durán parece no tener límite, al mismo tiempo que el relato de oscuridad y posguerra nos atrapa de una manera urgente, en un dechado de páginas extraordinarias que se devoran.

Parque ciudad
Autor: Carlos G. Boy
Editorial: Apa Apa, 128 páginas, 19,90€

Los pájaros que al surcar el alba
Autor: Luis Durán
Editorial: Dolmen, 200 páginas, 26,90€

Mañana será otro día
Autor: Keum Suk Gendry-Kim
Editorial: Reservoir Books, 232 páginas, 22,90€

Todo Mal
Autor: Moa Romanova
Editorial: Apa Apa, 191 páginas, 22,90€

La Guerra de Gaza
Autor: Joe Sacco
Editorial: Reservoir Books,
36 páginas, 8,46€

Los incorregibles. De cómo dejé de beber en Nueva York
Autora: Julia Wertz
Editorial: Errata Naturae, 320 páginas, 29€

Roco Vargas. Memorias de un futuro que no fue
Autor: Daniel Torres
Editorial: Norma, 96 páginas, 24€

Obra hermética
Autor: Moebius
Editorial: Reservoir Books, 480 páginas, 69,90€