Ya de forma muy prematura, en 1898, el cine trató de adaptar el gran clásico de Miguel de Cervantes, “Don Quijote de la Mancha”. Desde aquella primera aproximación realizada por la productora francesa Gaumont hasta la actualidad, se han sucedido más de medio centenar de versiones a lo largo de todas las épocas y en múltiples países. Sin embargo, son muy pocas las traslaciones cinematográficas del Quijote que han dejado alguna huella en el imaginario visual, tanto nacional como internacional, siendo algunas de ellas la aproximación personal de Albert Serra, “Honor de cavalleria”, o la delirante propuesta de Terry Gilliam, “El hombre que mató a Don Quijote”. Otra auténtica rareza es el proyecto inacabado que emprendió Orson Welles en 1955 y que finalizaría el director de culto Jess Franco a principios de los noventa. Welles tuvo la brillante y alocada idea de situar los personajes de Cervantes en la España de su tiempo. Así, en una escena memorable, encontramos a Don Quijote en una sala de cine de Madrid viendo una película de época hasta que, movido por lo que aparece en el film, se levanta de su butaca y se abalanza sobre la pantalla, que termina rota y perforada. La locura literaria de Don Quijote, esa que le impide distinguir entre la realidad y la ficción, se transforma aquí en un ataque directo al mecanismo de ensoñación tan propio del cine. La propuesta de Welles nos revela que la adaptación literal y fiel del clásico de Cervantes no es tan atractiva como el carácter cinematográfico de lo “quijotesco”: el deseo de aunar la realidad y la imaginación, el juego de espejos posmoderno entre distintas ficciones, el humanismo de emprender una aventura sin sentido condenada al fracaso. Esos aspectos son los que encontramos de manera brillante en películas como “El día de la bestia” de Álex de la Iglesia hasta el “Breaking Bad” de Vince Gilligan, pasando por clásicos como “Sherlock Jr.” de Buster Keaton, “La rosa púrpura del Cairo” de Woody Allen o “El último gran héroe” de John McTiernan. Trabajos que, si bien no son adaptaciones del clásico, portan ese aroma “quijotesco” que se mueve a medio camino entre lo surreal, lo intertextual y el deseo ficcional.
Lo “quijotesco” en el cine
23 abril 2025 12:00 |
Actualizado a 23 abril 2025 12:00
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