La belleza y el horror de ‘Blast’ de Manu Larcenet

26 enero 2025 19:15 | Actualizado a 26 enero 2025 19:19
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“Detestarás al prójimo como a ti mismo”, dice Polza Mancini, el protagonista de Blast, de Manu Larcenet, en una de las penosas horas del interrogatorio al que le somete la policía por el asesinato de Carole Oudinot. El relato minucioso de los avatares que le han llevado hasta su situación exaspera a los policías, que tratan de abreviar y esclarecer el crimen. “Ustedes quieren que simplifique mi historia en una secuencia lógica, que les lleve hasta Carole. Mi historia no es matemática; se resume enteramente en la colisión del azar con mis obsesiones...Esas cosas no figuran en Internet”, asegura Polza. Como Rust Cohle (Matthew McConaughey) en la serie televisiva True Detective, Polza espeta a los investigadores que aprendan a hacer las preguntas adecuadas, mientras desgrana su catábasis, el descenso a un inframundo de enfermedad mental, autolesiones, huída y autodestrucción.

Pero si la capacidad para adentrarse, analizar e incluso reírse de la enfermedad mental a partir de su propia experiencia ya valdría a la obra de Larcenet un lugar central en la historia del cómic, Blast es, como la obra de David Lynch, una incursión en lugares no conocidos, donde el reino de la anomia es capaz de custodiar destellos de luz y poesía. La belleza del trazo de Larcenet para dibujar la contemplación de los animales en la naturaleza, la vibración inusitada de los cuerpos, la infinita gama de expresiones faciales que atraviesan su obra desde Los combates cotidianos o El informe Brodeck hasta La carretera alcanzan en Blast su cénit. Siguiendo los procedimientos literarios de Dostoievsky, y acogiéndose al estupor ante el sinsentido de Camus, la conciencia absurda sobre el ser de Sartre, el expresionismo de Lynch o la abstracción de Rothko, Larcenet parece tomar el testigo del misterioso artista Henry Darger, a cuya muerte fue hallada en su casa un enorme libro-cómic hecho de recortes —15.143 páginas —, titulado In the Realms of the Unreal, y en el que reconstruía la guerra de secesión estadounidense en clave fantástica, espantada ante el horror salvaje, patriarcal y destructor de las guerras.

Como en esos recortes de revistas infantiles femeninas de Darger, que resultan aterradores, las páginas en color que contrastan con la gris expresividad de la aguada en Blast son las irrupciones del blast, de esa quiebra de la realidad en pos de la que huye Polza. Blast —explica el protagonista— “es una palabra inglesa de difícil traducción...corresponde al efecto de un soplo, a la onda de choque de una explosión. Si se propaga más rápido que el sonido y entra en el cuerpo, provoca daños internos considerables. Entonces te encuentras suspendido durante una fracción de segundo, destruido por dentro antes de que el calor o los fragmentos te alcancen”. Las visiones aligeradas y cosmoteándricas, plenas de un sentido obtuso, los puentes entre la psicosis y el delirio místico que se abren ante Polza no han sido ni antes ni después descritas con la infinidad de matices y el desapego íntimo con el que Larcenet las transcribe en esta obra maestra del cómic y de la narrativa en general que, gracias a Norma Editorial, llega en una prodigiosa edición integral con traducción de Enrique Sánchez Abulí. Como en Twin Peaks, de Lynch, las preguntas acerca de la muerte de Carole Oudinot, la incógnita sobre el asesino de Laura Palmer, es sólo la cifra enmarañada de un viático hacia el otro lado, el lado oscuro de una imaginación sobre la que arrojar luz.

Blast. Integral.

Autore: Manu Larcenet

Editorial: Norma Editorial

Páginas: 816

Precio: 75 €

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