Todo comienza como una película de suspense, con un dedo que recorre unos planos. Pero todo no sigue necesariamente así. Sí, hay un misterio en “Sobre todo de noche”, el de una mujer que busca a su hijo, perdido en el momento de nacer. Sin embargo, al director, Víctor Iriarte, no le interesa tanto lo que normalmente configuraría el núcleo del relato, sino los huecos y los pliegues que suelen formar parte de las películas.
“Sobre todo de noche” parte del tema de los niños robados durante el franquismo y a lo largo del período de transición. Y, sí, hay un momento en el que el archivo, la historia, se presenta en la película, de una manera documental. Pero, de nuevo, esa es una de las derivas, de los vericuetos que quiere hacer un cineasta tan preocupado por las connotaciones emocionales y políticas del tema como de las formas del cine a la hora de narrarlo.
Esta es, también, una película de actrices y de melodrama, el del chico y sus dos madres (la que le dio a luz y la que le crio, interpretadas por Lola Dueñas y Ana Torrent). Sin embargo, y diría que esto es lo más bonito de la película, no hay ninguna voluntad de ahondar en el conflicto, sino en el entendimiento humanista, porque el mal, si está, se encuentra del lado de la maquinaria de un sistema cómplice con aquellas circunstancias.