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En la primera línea del cáncer de próstata

La edad y antecedentes familiares son algunos de los factores de riesgo del tumor más frecuente en hombres

07 mayo 2022 07:57 | Actualizado a 07 mayo 2022 08:21
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Aunque es el tumor más frecuente en hombres -con más de 35.000 casos anuales en España-, afectando sobre todo a pacientes mayores de 65 años, y representa la segunda causa de muerte por cáncer en nuestro entorno, el cáncer de próstata sigue siendo en algunos aspectos desconocidos. «Hablamos de cáncer de próstata cuando las células de la próstata -una glándula que solo tienen los hombres y que produce parte del líquido que forma el semen- empiezan a crecer fuera de control», explica el jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitari Joan XXIII de Tarragona, el Dr. Josep Segarra. Así, en cuanto a qué contribuye a este crecimiento descontrolado, él mismo señala como causas «alteraciones genéticas y factores que todavía no conocemos».

Partiendo de la base de que la enfermedad suele ser asintomática, «se puede sospechar de su existencia cuando existen alteraciones del tacto rectal y/o del antígeno prostático específico (PSA), una proteína producida por las células de la próstata y que se detecta en sangre», detalla el doctor. En cambio, en casos más evolucionados de la enfermedad, las molestias urinarias, sangre en la orina o dolores óseos se pueden sumar a la sintomatología.

«Hemos superado las reticencias que existían a la hora de acudir a la consulta del especialista por parte de los hombres»

Dr. Josep Segarra, jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitari Joan XXIII de Tarragona

En este sentido, «cuando se hace un tacto rectal, se buscan induraciones palpables de la próstata y de detectarse se realizará una biopsia, independientemente del valor del PSA en sangre». Pero el jefe del Servicio de Urología aclara que la proteína es específica del tejido prostático, pero no del cáncer de próstata. «El hecho de tener valores altos de PSA no significa que correspondan a células prostáticas malignas, ya que las benignas también producen PSA, es decir, tener unos valores elevados no significa forzosamente padecer un cáncer de próstata», afirma.

Así, cuando los valores se sitúan entre 4 y 10 ng/ml es necesario «tener en cuenta otros parámetros, como por ejemplo la edad del paciente, el volumen prostático o incluso una resonancia magnética de la próstata, pruebas que ayudan a decidir que el paciente es tributario de una biopsia, ya que es la única prueba para llegar al diagnóstico de confirmación». En este sentido, el Dr. Segarra indica que «el PSA puede dar lugar a falsos positivos cuando se trata de próstatas grandes o inflamadas, o falsos negativos en fases iniciales de la enfermedad, cuando el tumor es pequeño».

Factores de riesgo

Además de relacionarse con la edad -siendo la incidencia del 80% en hombres por encima de los 80 años, aunque la incidencia clínica es menor-, también existen factores de riesgo hormonales (testosterona) y raciales (afecta más a la raza afroamericana que a la caucásica) que se deben tener en consideración, a los que hay que sumar los «discutidos factores ambientales y dietéticos, por lo que se recomienda una dieta rica en frutas, verduras y cereales», indica el doctor.

En cuanto a los factores genéticos, el 9% de los cánceres de próstata son familiares. «Nos referimos a estos casos cuando tres o más familiares están afectados o existen dos diagnosticados antes de los 55 años», detalla el jefe del Servicio de Urología, y añade que «también existe una asociación entre el cáncer de próstata y la existencia en el seno familiar de cáncer de mama o de ovario».

Detección precoz

A día de hoy el cáncer de próstata no se puede prevenir, por lo que la detección precoz es fundamental, aunque no está exenta de cierta controversia. En este sentido, la Asociación Europea de Urología recomienda el tacto rectal y la determinación del PSA bianual a todo paciente asintomático a partir de 50 años (45 años si existe una historia familiar) hasta los 70-75 años, siempre que haya entre 10-15 años de esperanza de vida y siempre que se informe al paciente y acepte los beneficios y el riesgo. «Por suerte podemos decir que ya hemos superado las reticencias que existían a la hora de acudir a la consulta del especialista por parte de los hombres y que cada vez la población es más consciente de la necesidad del autocuidado», comenta el doctor.

«Con el conocimiento actual de la biología del cáncer de próstata y su historia natural hemos aprendido que algunos cánceres de próstata de bajo riesgo no requieren un tratamiento agresivo inmediato. Muchos de estos pacientes no fallecerán por el cáncer», afirma el Dr. Segarra.

Sobre la relación de este cambio de paradigma y el cáncer de próstata, en los últimos años el tratamiento de la enfermedad incluye lo que se llama ‘seguimiento activo’. «Consiste en no tratar al paciente diagnosticado de cáncer de próstata de bajo riesgo de forma inmediata, y solo hacerlo si durante el seguimiento protocolizado se observa un deterioro o progresión de los parámetros que se monitorizan del tumor. Llegados a este punto, se le ofrece al paciente la prostatectomía radical o la radioterapia», detalla el especialista. «Actualmente, en el Hospital Universitari Joan XXIII tenemos más de un centenar de pacientes en seguimiento activo, cuya finalidad es evitar el sobretratamiento y, preservando la calidad de vida, la supervivencia de los pacientes», afirma el doctor Segarra.

El valor de la investigación

El valor de la investigación

Por todo ello, la investigación es fundamental. Al respecto, la responsable del grupo DIBIOMEC (Biomarcadores de enfermedades y mecanismos moleculares) del Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili (IISPV), la Dra. Matilde Rodríguez Chacón, detalla que «lo que interesa es encontrar un buen biomarcador de diagnóstico precoz y de pronóstico que ayude a los urólogos a decidir qué tratamiento es mejor para cada paciente».

Aunque el biomarcador de antígeno prostático específico (PSA) ha sido el más utilizado en las últimas tres décadas, la investigadora señala que «son necesarios otros biomarcadores que contribuyan a tomar mejores decisiones». En la práctica, sigue explicando, «hay una serie de marcadores genéticos que ayudan a pronosticar el grado de agresividad del tumor, así como pruebas que miden múltiples biomarcadores en biofluidos, pero su utilización todavía no está recomendada».

«Interesa encontrar un buen biomarcador de diagnóstico precoz y de pronóstico que ayude a los urólogos a decidir qué tratamiento es mejor para cada paciente»

Matilde Rodríguez Responsable del grupo DIBIOMEC del IISPV

Así, el grupo DIBIOMEC -creado en 2016 y que aglutina investigadores clínicos del Servicio de Urología, Anatomía Patológica y científicos básicos-, «en 2019 halló un panel de biomarcadores de pronóstico no invasivo, que permite valorar la agresividad del tumor y orientar el tratamiento más adecuado, pero no evita la biopsia de confirmación de diagnóstico, ya que no se puede tratar un paciente sin confirmación histológica de cáncer de próstata. Solo con muestras de sangre y semen, se podían identificar siete marcadores y pronosticar la agresividad del tumor en un 91% de éxito», según explica la doctora y responsable del grupo DIBIOMEC.

En el afán de mejorar el panel de pronóstico, el grupo de investigación siguió hasta lograr reducir, recientemente, a tres biomarcadores de un solo fluido -el semen- para pronosticar la agresividad del tumor. Una línea de investigación avalada por diversas publicaciones internacionales, premios, becas y dos patentes en la que siguen trabajando en la actualidad, ya que, concluye la Dra. Matilde Rodríguez Chacón, «nos interesa encontrar un biomarcador que además de ser no invasivo y económico pueda ser utilizado con un elevado porcentaje de éxito aplicable para los tumores agresivos y evitar sobretratar a los pacientes con tumores indolentes y mejorar así su calidad de vida».

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