En el Teatro Poliorama de Barcelona no cabía ni una aguja, el martes. El público venía a reír con ganas, y es que la versión del Tenorio de Andrés Buenafuente y su compañera Silvia Abril tenía todos los números para ser un éxito. A Buenafuente el personaje le cuadra a la perfección. Y Abril tiene ese don innato de cómica que encaja a lo que le echen. Unos cincuenta años distan el Tenoriu del Poliorama del de Joan Capri y Mary Santpere, que abrían una brecha de alegría y pseudolibertad en aquel panorama gris del franquismo. El Tenoriu de Buenafuente quiere ser un homenaje a esta pareja y a todos los cómicos que en el siglo XIX y XX llenaban los teatros catalanes y ahora han caído en el olvido.
En la versión actual, como la de Capri, los actores y actrices interpretan dos roles: el personaje de la obra y ese actor o actriz que interpreta un personaje, pero también tiene sus problemas personales y los cuenta en medio de la escena, o se equivoca en el texto, o quiere rivalizar con el otro actor, o da la bronca a su compañero. Eso es uno de los grandes aciertos. En medio de una parrafada de Zorrilla el Tenoriu suelta que le cuesta levantar a doña Inés porqué últimamente se ha engordado un pelín. Lo mismo que le suelta doña Inés a su pretendiente cuando éste se le echa encima. Esta «doble obra», en catalán, hace desternillar de risa al público. Y aquí es donde Buenafuente se luce más porqué está en su salsa. Aunque no desmerece en nada la buena dicción de los versos en el esperado No es verdad ángel de amor....
Delicioso Tenoriu, irreverente, gamberro y muy divertido, interpretado por cinco buenísimos actores y un buen director, Carles Sans. Entradas agotadas mucho antes del estreno. Pero no se preocupen: este Tenorio seguro que vuelve el año próximo. Y el otro. Y el otro...