Ana es docente en un instituto construido en los años 80. Al inicio de curso, en septiembre, recuerda que hubo un día en que tuvieron que mandar a su casa los alumnos de la segunda planta (donde hace más calor) después de algún desmayo. A su centro llegaron los ventiladores del Departament d’Educació, «pero cuando el calor había pasado».
Dice que en los días de mucho calor los alumnos prestan menos atención y hay más conflictos. «Cuando hace viento hay alerta de Protección Civil para que los alumnos no salgan al patio, pero con el calor no llaman», se lamenta.
El calor en las aulas es uno de esos debates que llegan tan pronto como se olvidan en función del termómetro, pero que este año se ha adelantado por las temperaturas de los últimos días. La semana pasada, sin ir más lejos, el Departament de Salut activó el Plan de actuación para prevenir los efectos del calor. Era la primera vez que lo hacía en un mes de abril.
Las familias: un plan ‘ya’
Belén Tascón, presidenta de las Associacions Federades de Famílies d’Alumnes de Catalunya (aFFaC), se queja de que «el cambio climático no ha aparecido de la nada. Ya ha habido momentos en que hemos tenido olas de calor. La diferencia es que antes eran episodios concentrados en el tiempo, pero ahora vemos que pasa cada temporada. Hace tiempo que pedimos un plan de emergencia climática», reclama.
La federación pide que se haga un estudio centro por centro para ver las necesidades y hacer una categorización y así establecer prioridades «y que se ponga un calendario con fechas, porque la respuesta siempre es ‘el año que viene’».
La intención, señala, sería hacer frente a la situación a con sistemas sostenibles, pero reconocen que a corto plazo hay edificios que habrá que climatizar para poder garantizar las condiciones de salud de alumnos y docentes.
Recuerda que el curso pasado «en muchos sitios superamos con creces los 30 grados y con estas temperaturas es difícil la labor docente».
De momento tienen conocimiento de que ha comenzado esa catalogación de edificios en Barcelona pero no tienen noticias del resto del territorio.
Preguntados al respecto, desde el Departament d’Educació se remiten a que mañana se anunciarán medidas al respecto. Hace unas semanas el ‘conseller’ Josep Gonzàlez-Cambray señaló en una entrevista en TV 3 que «de cara ya al curso 2023-2024 empezaremos a climatizar algún espacio de algunos institutos, algo que no se había hecho nunca hasta ahora», aunque no dio más detalles.
Los sindicatos: no es seguro
Colegios e institutos, además, son lugares de trabajo para muchas personas, por lo que están obligados a cumplir con ciertos requisitos de confort térmico.
Según el Real Decreto 486/1997 la temperatura de los lugares donde se realicen trabajos sedentarios «propios de oficinas o similares» tiene que ser de entre 17º y 27º grados. Laura Ferré, portavoz de la Unió Sindical dels Treballadors de l’Ensenyament de Catalunya (USTEC·STEs), explica que no solo es una condición que no se cumple, sino que los sindicatos defienden que la actividad de los docentes no es sedentaria sino moderada según ha indicado Inspecció de Treball. En ese caso los límites son 14º a 25º.
Apunta que en los últimos meses del curso y en septiembre «no se puede trabajar bien y los alumnos no están seguros con temperaturas de más de 30 grados». Sobre los ventiladores señala que no han llegado en número suficiente porque hay más clases que aparato y, además «solo pueden mover el aire caliente».
A esto hay que sumar que en el próximo curso se ha vuelto a adelantar el calendario escolar y las clases comenzarán el 6 de septiembre cuando hace más calor. «No se ha pensado en las consecuencias», sentencia.
La posición del sindicato es que en cada centro debería haber una serie de aulas bien climatizadas para usar en caso de necesidad. En breve van a comenzar un registro de temperaturas y en caso de que se superen los límites denunciarán ante Inspección.
No obstante, Ferré cree que hay un problema de fondo: «no se entiende que todos los edificios y oficinas públicos estén climatizados menos las escuelas e institutos».
La arquitectura: edificios viejos
Pero más allá del incremento de las temperaturas como tal, el problema se encuentra en el propio parque de edificios educativos. Según un reciente estudio de la plataforma Escuelas Renovadas, un 85% de los alumnos han tenido que refrescarse con ventiladores, abanicos o sprays de agua los días de calor.
La plataforma, que cuenta con el apoyo de entidades como Ecodes, Aldeas Infantiles, Revuelta Escolar o Teachers for Future destaca que «muchas de las escuelas españolas fueron construidas hace más de 25 años, sin unas regulaciones que aseguraran el confort térmico».
Para el estudio preguntaron a una muestra de más de 1.200 personas entre profesores, directores y padres.
Entre los datos que encontraron destaca que el 87% de profesores y directores imparten clases en edificios con una antigüedad superior a los 25 años y 9 de cada 10 afirma que el aislamiento térmico del edificio es mejorable o muy mejorable.
El estudio también apunta a que el estado del edificio afecta directamente a la educación de alumnos de dichos centros. En este aspecto, 9 de cada 10 padres y madres señalan que un mal estado del edificio influye en el bienestar y rendimiento de estudiantes y profesores.
La arquitecta Mariona Genís, profesora de la Escola d’Arquitectura de Reus (URV) y de diseño en Bau Centre Universitari de Disseny de Barcelona, fue una de las coordinadoras de la guía que editó la Generalitat para fijar los criterios de construcción y transformación de espacios educativos. En su opinión la respuesta a los problemas de confort térmico en las aulas no debería pasar por la instalación masiva de equipos de aire acondicionado que terminarían aumentando el consumo de energía.
Reconoce que habrá que tomar medidas en lo inmediato, pero también a medio y largo plazo. La tendencia, señala, es optar por medidas pasivas, que no generen gasto. Se trata de aspectos, señala, que se conocen bien en la cultura mediterránea, como evitar la entrada del sol a los edificios con pérgolas, parasoles, persianas o lamas, por ejemplo. Y de aumentar la cantidad de vegetación alrededor sembrando árboles de hoja caduca. Aunque apunta que hay que planificar porque «uno de estos árboles para dar sombra puede necesitar siete años».
Cree, además, que habría que prestar atención a los patios escolares: mejor si son de tierra que de cemento y con árboles y pérgolas que den sombra. Un patio rodeado de naturaleza que se mantenga a buena temperatura, puede servir eventualmente para dar clases en día de mucho calor.
«Se trata de una emergencia las administraciones tienen que trabajar en conjunto», reclama. Pero no todo está perdido «la buena noticia», asegura, es que en los centros escolares de nueva construcción aspectos como el aislamiento térmico y la ventilación ya se tienen muy en cuenta.
Patios que son refugios climáticos y otras iniciativas
En Reus, el Pla d’Acció per l’Energia Sostenible i el Clima (PAESC) prevé la creación de una red de refugios climáticos; espacios urbanos pensados para resguardarse en situaciones meteorológicas desfavorables, que protegerán a la ciudadanía en general y también a los escolares frente a las olas de calor. Para ello, el Ayuntamiento plantará vegetación y colocará señalización en algunos patios de colegios, y redactará unas normas. La intención es que la red íntegra esté en marcha en 2030, aunque algunos equipamientos se activarán antes.
Pero hay otras iniciativas que ya están más cerca de materializarse. El patio de la Escola General Prim incorporará, este mismo verano, un umbráculo formado por pilares y bigas metálicas para generar una zona de sombra y cobijo. Se transformará, fuera del horario lectivo, en un punto de uso público. Las obras se hacen con el apoyo de los fondos Next Generation.
Por otro lado, alumnos del Institut Josep Tapiró analizaron el año pasado varias áreas del municipio en las que desplegar refugios como parte del Pla Estratègic Reus Horitzó 32. Y fijaron uno de ellos en el entorno del propio centro de enseñanza. Entregaron al gobierno una maqueta y una memoria técnica que registraron mediante instancia para que se materialice el proyecto. Reus sufre una ola de calor cada cuatro años y su frecuencia está aumentando de forma exponencial. La temperatura en la ciudad habrá subido 1,4 grados en 2050.
Toldos contra el sol
Unos toldos ya cubren zonas de paso junto a los patios en escuelas de Calafell. Ha sido la medida más rápida que ha podido aplicarse desde hace semanas para intentar evitar el impacto del sol.
En conversaciones con los centros y las asociaciones de padres se indicó qué aulas eran las más expuestas para intentar poner barreras que frenen el sol. En algunas aulas, además, se han instalado aires acondicionados.
La concejal de Educación, Luisa Lastra explica que se pedirá a la Generalitat que el inicio del curso sea a mediados de septiembre, «como se había hecho siempre» y no a principios de mes en horario de mañana y tarde ya que en esas fechas todavía hay una gran insolación.
En El Vendrell señalan que la competencia municipal es para las guarderías. Empezarán por la Ralet ralet ya que por su ubicación es la más calurosa. Hay un presupuesto de 10.000 euros para climatizar la escuela.
Otras medidas planteadas para los centros educativos de El Vendrell pasan por plantar más árboles en las guarderías y crear zonas de sombra.
La concejal de Educación, Sílvia Vaquero plantea adelantar la salida de los alumnos una hora en julio. En lugar de salir a las 15.00 lo harían a las 14.00. Además plantea avanzar la jornada continua que se hace en julio y pasarla a mediados de junio.