Junto con las cumbres, las pozas y los castillos, las ermitas son uno de los vértices alrededor de los cuales se articulan muchas rutas de senderismo. Es común encontrarlas en lugares pintorescos, al abrigo de la naturaleza, elevadas sobre riscos o escondidas entre barrancos, donde lo sagrado parece convivir con lo salvaje.
En estas ermitas, historia y leyenda se entrelazan: se cuentan apariciones marianas, pactos entre nobles y perdones ganados en batalla, milagros atribuidos a fuentes de agua caliente o tormentas que castigan la codicia. En la ruta de esta semana, recorremos algunas de las ermitas más emblemáticas de Tarragona y descubrimos sus leyendas.
Mare de Déu del Coll de l’Alba (Tortosa)
Cuenta la tradición popular que cuando el ánimo de las tropas de Ramón Berenguer IV empezó a flaquear en el asedio de Turtusha, llegó Ponç de Cervera acompañado de su hueste tras cruzar el inhóspito Desierto de Alfama -aquel yermo infectado de bandidos que se extendía más allá del Coll de Balaguer-. En el Coll de l’Alba, antaño conocido como el Coll de l’Alma, se encontró con Guillem de Montcada y ambos se incorporaron a la batalla que se saldaría con la victoria cristiana y la caída de esta Taifa.
Tras la refriega, en la que Ponç de Cervera tuvo un papel destacado, obtuvo el perdón del conde de Barcelona, pues se había casado con su hermana, Almodis de Barcelona, sin su consentimiento. El lugar donde se encontraron dicho caballero y Guillem de Montcada es el punto en el que se erige la ermita de Mare de Déu del Coll de l’Alba, un mirador natural tanto del Delta de l’Ebre como de la planicie de las Terres de l’Ebre, cuyo telón de fondo son Els Ports.
Mare de Déu de la Fontcalda (Gandesa)
Entre las ermitas más conocidas –y queridas– de Tarragona, destaca la de la Mare de Déu de la Fontcalda. No es de extrañar: el fraile aragonés Alberto Faci Roque la describió como «el cielo bajo la tierra», y Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico, estadístico e histórico de España y sus posesiones de ultramar, la sitúa «en el fondo de un escarpadísimo y pintoresco valle por donde discurre el río Canaleta».
El santuario ha ganado popularidad en las últimas décadas al encontrarse en pleno recorrido de la Vía Verde de la Val de Zafán, pero su fama no es reciente: desde hace siglos atrae a devotos por la tradición de sus aguas templadas –milagrosas, según la creencia popular– y por su idílica localización, abrazada por el río.
Cuenta la leyenda que la imagen de la Virgen apareció junto a una fuente de aguas calientes que brota todo el año a más de 25 grados, la misma que da nombre al lugar. Las propiedades curativas del manantial, unidas a la devoción a la Mare de Déu, han convertido el sitio en lugar de peregrinación desde tiempos antiguos. De hecho, el templo barroco que contemplamos hoy es ya el tercero que se levanta en este rincón.
Mare de Déu de la Roca
(Mont-roig)
Esta ermita dedicada a la Mare de Déu de la Roca goza de una de las ubicaciones más singulares del Camp de Tarragona. Está a escasos kilómetros de la costa, en el término municipal de Mont-roig del Camp, sobre una montaña de intensa coloración rojiza. El monte lo corona la minúscula capilla dedicada a Sant Ramon de Penyafort, que ha servido de faro a los marineros de la Costa Daurada. De hecho, se dice que la imagen del santo fue encontrada por unos pescadores de Cambrils.
Corre la leyenda de que un rey moro visitó la ermita en la antigüedad. En concreto, subió a caballo hasta la capilla de Sant Ramon de Penyafort, donde robó la icónica lámpara del lugar, y después hizo lo propio con las joyas de la Mare de Déu de la Roca. Mientras escapaba, se desató una tempestad que desbocó al caballo e hizo que ambos cayeran barranco abajo. De igual manera que en la leyenda de la reina mora de Siurana contada por Josep Iglésies, se dice que el corcel imprimió su huella antes de precipitarse al vacío.
La ermita de Sant Roc (Paüls)
La que puede que sea la ermita más desconocida de este conjunto es, a pesar de su aparente sencillez, una de las más privilegiadas por su entorno natural. Se erige en los contrafuertes del Parc Natural dels Ports, en el término municipal de Paüls, rodeada de cumbres que intentan desafiar al cielo, como el Tossal d’Engrilló (1.072 m). En este templo de planta rectangular y contrafuertes laterales se reúnen los vecinos del pueblo en honor al santo, a saber, el 16 de agosto. Como advertirá el visitante, las familias se sientan en sus propios corros, nombre con que se conoce a las mesas y bancos de piedra que poseen quienes tienen casa en Paüls, los mismos que pasan de generación en generación.