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Agustina Sirgo, psicóloga clínica: «El paciente tiene derecho a expresar su miedo y su rabia»

Entrevista. La especialista ha desempeñado todo su recorrido profesional en el ámbito de la oncología

19 octubre 2022 10:11 | Actualizado a 19 octubre 2022 10:18
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La psicóloga clínica Agustina Sirgo Rodríguez lleva tres décadas atendiendo a pacientes diagnosticados de cáncer, así como a sus familias. Lo hace desde el Institut d’Oncologia de la Catalunya Sud, un servicio únicamente para adultos, centralizado en el Hospital Sant Joan de Reus desde donde se despliega a otros centros sanitarios, como el Hospital Joan XXIII de Tarragona o el de la Santa Creu de Jesús, en Tortosa.

¿Hay alguna diferencia en la manera de tratar a los pacientes oncológicos?

No, la patología no nos distingue. Empleamos los mecanismos terapéuticos de la psicología clínica desde los diferentes modelos que existen, que mejoran la esfera psicológica de la persona.

¿En qué momento de la enfermedad le llegan?

Son remitidos por los profesionales sanitarios y los vemos en cualquier punto del proceso, puede ser antes de ser confirmado el diagnóstico, en los momentos finales de vida o, incluso, también vemos a personas cuando están libres de la enfermedad porque es un periodo caliente en el que aparece mucha sintomatología, que es tributaria de ser abordada desde la disciplina. Y, por supuesto, visitamos a las familias.

«Del cáncer se habla con más libertad. Pero aún es una palabra temida porque la enfermedad es temida»

¿Quién lo lleva peor el paciente o la familia?

Voy a decirte que depende de cada caso particular. Por un lado, del individuo, con sus recursos y herramientas, con sus experiencias previas y su superación de otros traumas. Y, por otro, depende también del contexto familiar, del tipo de sistema en el que conviven. Es decir, si en la familia hay nudos o aristas.

¿Cuáles son las emociones que más trata? ¿Miedo, inseguridad, tristeza?

Todas ellas. Cualquier emoción que se te ocurra, emerge.

¿Más intensas?

De emociones de todo tipo tenemos todos cada día, cientos de ellas. Cuando los individuos llegan a nuestra consulta es porque presentan una intensidad o una duración en el tiempo que se sale de un parámetro normal o que hace que se sientan incómodos. Cuando las emociones sobrepasan un umbral que permite el funcionamiento normal de la vida y son llamativas es cuando las consideramos problemáticas. La euforia excesiva y la alegría desmesurada también lo pueden ser.

«Vemos a los pacientes en cualquier punto del proceso, incluso ya libres de la patología»

¿Cómo ve el planteamiento de que ‘si estás de buen ánimo, ayudas a curarte’?

No se hace un favor al paciente con esa frase. De hecho, no existen estudios que confirmen al 100% si el estrés provoca cáncer o no. Diciéndole esto, se impone a la persona diagnosticada a que mantenga un estado de ánimo que no le es propio a la situación de trauma. Quiero decir, tiene derecho y también la responsabilidad de expresar su disgusto, de reconocer su indefensión, de expresar su miedo, sus dudas y su rabia. Y si se le indica lo contrario, que tiene que estar feliz, se convierte a esa persona en una olla exprés, al mismo tiempo que se le dota de una carga tremenda por no poder conseguir esa felicidad que supuestamente le va a curar.

¿Qué destacaría de su trabajo?

La importancia y la necesidad de profesionales de la psicología clínica formados, trabajando con el paciente oncológico desde la sanidad pública. Esto es lo que necesita el ciudadano.

En treinta años de trayectoria, ¿cómo ha evolucionado la sociedad? ¿Aún hay tabú?

Ha evolucionado. Se habla con más libertad, con más tranquilidad, se comenta y se comparte. Pero cáncer aún sigue siendo una palabra temida porque la enfermedad es temida.

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