Que el 2021 comenzase con la posibilidad de leer y regalar Regreso al Edén (Astiberri), de Paco Roca, publicado en diciembre de 2020, sólo podía ser un buen augurio para un año marcado tanto por la internacionalización de las autoras españolas como por la llegada de nuevas voces, la importancia creciente del ensayo gráfico y la reedición, cada vez más atenta, de clásicos y publicaciones integrales —Flash Gordon (Dolmen), de Dan Barry, los títulos de terror de EC Cómics (Diábolo), Caravaggio (Norma), de Manara, Nestor Burma (Norma Editorial), de Tardi—.
Al mismo tiempo que Roca lleva al multimillonario Bruce Wayne, alter ego de Batman, de vacaciones a Benidorm en “Cerrado por Vacaciones”, uno de los capítulos del libro colectivo Batman El Mundo (ECC), y lo confronta con un tempo moroso, estival, de playa, piscina y siesta frente al perfil de los enormes rascacielos de la ciudad costera, Ana Penyas, Premio Nacional de Cómic por Estamos todas bien (Salamandra Graphic), conduce a las lectoras a esa misma costa de levante en Todo bajo el sol (Salamandra Graphic) para narrar los efectos del turismo de masas auspiciado por el desarrollismo franquista.
Por entre la puesta en página hierática de Penyas, se infiltra una lógica del ensayo que es también el motor que se entrevera con la ficción en algunas de las obras clave del año.
Las viñetas, además, cada vez se expanden más allá del alcance del papel de los álbumes y, mientras el universo cinematográfico Marvel ha crecido con largometrajes como Black Widow, Eternals o Spiderman: No Way Home y series como WandaVision y Hawkeye, autores como el italiano Zerocalcare han sido llevados a la animación en la espléndida producción Cortar por la línea de puntos (Netflix). Además, los cauces del e-comic no dejan de nutrir su scroll infinito con nuevas entregas, como Joselito el Muerto y Joselito el Loco, de Marta Altieri, a la par que algunos manga alcanzan éxitos de venta desbordantes: Tokyo Revengers (Norma), de Ken Wakui, ha superado las ventas de casi cualquier otra publicación en nuestro país.
Es desde esa circulación abierta de las imágenes del cómic, desde donde cabe intentar resumir algunas de las líneas del cómic durante el 2021 en España:
El cómic-ensayo
Como si fuese un homenaje a la panopsis, a la yuxtaposición de imágenes como modo esencial del pensar contemporáneo, la glosa que Jorge Carrión y Javier Olivares hacen al padre de la iconología, Aby Warburg, en Warburg & Beach (Salamandra Graphic), se presenta, con su formato de cuaderno japonés desplegable, como una síntesis y una introducción teórica al género del ensayo gráfico. El atlas de imágenes Mnemosyne (1929), con el que Warburg creó una máquina para pensar las transmisiones gestuales en la plástica occidental, proporciona un espejo en el que se mira toda la tradición del ensayo visual y cinematográfico, de la Historia de la Santa Rusia (El Nadir), de Gustave Doré hasta el cine de Godard, Marker, Farocki, Steyerl o Chlo Galibert-Laîné. Un mundo de Art Brut (Norma), de Christian Berst y Oriol Malet constituye un ejemplo de ensayo puro sobre el art brut de Carlo Zinelli, Adolf Wölfli y, sobre todo, ese buscador de fórmulas gestuales anti-patriarcales para reescribir la historia de Estados Unidos que fue Henry Darger con el que a su vez fuera un alucinado cómic de más de quince mil páginas, In the Realms of the Unreal, fraguado a partir de recortes de revistas infantiles.
Por otra parte, el trazo preciso de Laura Pérez Vernetti no deja de indagar en el potencial de esas yuxtaposiciones, al abordar tanto la figura y la poesía de Bau- delaire en La cólera de Baudelaire, como la de Fernando Arrabal en Arrabal, ambos publicadas por Luces de Gálibo. La increíble sensibilidad de Frederik Peeters le permite por caminos muy diferentes jugar a indagar en el punto de encuentro entre ficción y ensayo en Oleg (Astiberri), donde aborda la propia naturaleza del cómic, y Saqueo (Astiberri), en el que, como un eco de las Voces de Chernóbil, de Svetla- na Aleksiévich, se aproxima al imaginario del colapso climático. La atención hacia nuestro lugar en el planeta o el contacto con la naturaleza y el cuerpo son también dos de los motores de la exquisita delica- deza con la que Catherine Meurisse disec- ciona la propia lógica de la transmisión cultural en Los grandes espacios (Impedi- menta), y Alison Bechdel hace una irónica disección de su propia identidad en El se- creto de la fuerza sobrehumana (Reser- voir books).
Viajes al interior de la ficción
Si dibujar es tanto un modo de dar forma a lo que deseamos como de quitarnos el miedo, Romeo Muerto (Reservoir Books) es un exorcismo de los veinte años que Santiago Siqueiros pasó lejos del cómic, entre las nieblas de un alcoholismo del cual ha resurgido con una de las obras maestras del cómic español, capaz de dar cuerpo y densidad a uno de los universos de ficción más barrocos y asfixiantes de la historia, la Mala Pena.
Como el suyo, pero herede-ro de otras formas de ficción, de V de Vendetta, de Alan Moore y David Lloyd, de la obra de Alberto Breccia o de películas como Hijos de los hombres, de Cuarón, y El incidente, de M. Night Shyamalan, el de Ann Nocenti y David Aja en Semillas (Astiberri) es un universo autó- nomo, una paráfrasis ecológica de nuestra de- satención hacia el planeta y una lección magis- tral de narrativa visual. También resulta un es- pacio singular el del fascinante álbum Tótem (Astiberri), de Laura Pérez, una indagación ab- sorbente en las condiciones de aparición del género fantástico, en los fantasmas que anidan en los intervalos entre viñetas. Son esos inter- valos los que posibilitan la transformación ¿Acaso la identidad de género había sido alguna vez retratada con la levedad, la belleza y la precisión que muestran la fascinante Piel de hombre (Norma), de Hubert y Zanzim? Y si Barry Windsor-Smith, en Monstruos (Dolmen) reescribe el mito de Prometeo a partir de una poderosa reflexión biopolítica surgida por igual del personaje Hulk, de la Marvel, y de la vigen- cia del arquetipo de Frankenstein, Edmond Baudoin, en Travesti (Impedimenta), realiza con su trazo extraordinario un auténtico ejerci- cio de introspección sobre el propio proceso de adaptación de la novela Lulu, de Mircea Cărtă- rescu, a su vez la historia de un escritor, en una especie de juego de cajas chinas borgiano. Tam- bién Océano negro (Norma), la revisitación de Corto Maltés realizada por Martin Quenehen y Bastien Vivés, y las viñetas ensoñadas de Ôji Suzuki en Tokio Goodbye (Gallo Nero) y Seii- chi Hayashi en Polen dorado (Gallo Nero) y las imágenes alucinadas que Gou Tanabe crea pa- ra Lovecraft en Las montañas de la locura (Pla- neta Cómic) constituyen una reflexión sobre los poderes de la ficción. Y cabe cerrar esta selec- ción con las extraordinarias obras de historietis- tas españoles como Jaime Martín en Siempre tendremos veinte años (Norma), Mayte Alva- rado en La Isla (Reservoir Books), Teresa Valero en Contrapaso (Norma), Nuria Tamarit junto a Jean-Christophe Deveney en Giganta (Norma) y Altarriba y Keko en Yo Mentiroso (Norma).