No es una víctima de la Covid-19, pero como si lo fuera. No tiene nada, a excepción de una radio donde oye cada día las noticias y poca cosa más. Sus 75 años de vida han dado para mucho, incluso para faenar como pescador.
La vida de Omar ha sido dura, aunque quizás ahora esté viviendo uno de lo momentos más extremos de los que le han tocado vivir. «No tengo familia» explica, mientras muestra la chabola que está bajo la pasarela que atraviesa la vía del tren en Salou. Allí lleva viviendo desde hace dos años. La caseta, que cuenta con una cocina, una habitación y un pequeño retrete fuera, se halla en terrenos de Renfe. «Primero estuvieron conmigo otras personas, pero desde hace un año, vivo solo», relata.
La pobreza y las circunstancias de la vida han hecho que Omar se haya convertido en lo que algunos calificarían como vagabundo. Sobrevive gracias «a la ayuda de buena gente. También me ayudan desde Cáritas». No tiene luz ni agua potable, tan sólo un pozo de agua con el que lava las cosas.
Sin embargo, la peor es su situación física. Tiene un tobillo, el derecho, muy maltrecho. Camina apoyando el peso de su cuerpo sobre él, lo que ha generado que cada vez haya ido a peor. «También me han visto hasta en una docena de ocasiones el omoplato y me han dicho que debería operármelo», asegura. Pero todo ello tiene un grave inconveniente, no cuenta con tarjeta sanitaria. Es un problema añadido -él afirma que el más importante- a la complicada situación personal.
Varias personas se llevan interesando desde hace un tiempo por él. Le visitan y le llevan lo que necesite, porque le cuesta mucho caminar. Incluso la Policía Local de Salou acude a menudo hasta la chabola para ver cómo se halla. Ayer mismo, un agente se personó en el lugar para interesarse por él. «Se lo agradezco, de verdad», reconoce satisfecho Omar.
El Ayuntamiento busca solución
Según la Policía Local, «se trata de una persona que vive como okupa, concretamente, en una caseta vieja que utilizaban los operarios ferroviarios. Es una persona que no genera conflictos. Tiene un talante pacífico y no se tiene ningún dato de que haya agredido a nadie, ni que haya cometido delitos». El Ayuntamiento tiene constancia de todo ello. Según fuentes de la Regidoria de Benestar i Serveis Socials de Salou, que dirige la concejala Estela Baeza, «ya tenemos conocimiento del caso de esta persona y se está trabajando para ver cómo podemos ayudarle».
Concluye asegurando que hace unos días «vinieron unas personas para decirme que me iban a desalojar en muy breve porque iban a ampliar el aparcamiento público de aquí delante. Pero ninguno se identificó».