Vila-seca ya tiene un nuevo equipamiento cultural, el Celler. La «cirereta del pastís», como la definió ayer el alcalde Pere Segura en la presentación oficial.
Se trata de una construcción de estilo Novecentista obra de Pere Domènech i Roura (hijo del también arquitecto Lluís Domènech i Montaner) que se empezó a levantar a principios de 1919 y entraron las primeras toneladas de uva en septiembre de 1920 la primera cosecha producida por los 160 socios (tres de ellos mujeres) que hicieron posible la construcción de este equipamiento agrícola, el tercero y último de Domènech i Roura y el más colosal que los otros dos, ubicados en L’Espluga de Francolí y Sarral.
Un siglo más tarde, y con 35 años de inactividad (cerró en 1985), el Celler de Vila-seca reabre sus puertas a la sociedad totalmente reformado y con un uso diferente del que se planteó en su diseño original. El Ayuntamiento de Vila-seca adquirió el inmueble a la Cooperativa en 2014 y desde aquel momento, el futuro del Celler iba encaminado a reforzar el abanico de oferta cultural y social de la ciudad.
Segura explicó que en las legislaturas anteriores a la compra y una vez adquirido este inmueble catalogado como Bien Cultural de Interés Local (BCIL), se planteó el uso que debía tener esta construcción centenaria. Y en todas las ideas, el trasfondo cultural estaba más que consolidado.
Inversión con Fondos Europeos
Con una inversión de poco más de 8 millones de euros, dos de los cuales procedentes de los fondos Feder, el Ayuntamiento activó su restauración y transformación. El pleno de octubre de 2019 dio luz verde y las obras empezaron semanas antes del Estado de alarma por culpa de la Covid, en en febrero de 2020.
Las obras se han alargado 20 meses y la metamorfosis se refleja nada más cruzar las puertas principales. El antiguo Celler, con sus columnas infinitas y sus diferentes estancias es un lugar propicio para albergar toda aquella oferta cultural más allá de la música del auditorio Josep Carreras. Y con esta premisa se ha planteado una diversidad de posibilidadesque van desde el cuentacuentos a obras teatrales de gran formato pasando por el cine, la música e incluso congresos o catas de vino.
Y con esta premisa las obras se han ejecutado y el resultado de las mismas mañana los vecinos lo podrán contemplar en primera persona. La junta rectora de la Cooperativa, por deferencia, y las entidades, en el día de hoy, serán los primeros en poder pasearse por los más de 2.200 metros cuadrados de esta «catedral de la cultura» ubicada en la calle Castillejos.
Sus butacas retráctiles para albergar 950 personas de pie o más de 500 sentadas permiten un formato de sala único y adaptado a las necesidades del evento a programar. Aparte de las características técnicas, se remarcó en la presentación de que todos los servicios necesarios están debajo del suelo para mantener la originalidad de las columnas y tejado de este monumento local de Vila-seca.
La culminación del entorno está en camino. En pocos meses el Celler tendrá un espacio ajardinado en la puerta principal, otro de peatonal en el lateral para la entrada en el museo y una zona de parking para poder absorber las visitas que vengan al Castell y al Celler, dos emblemas separados por la calle Castillejos.
El alcalde, Pere Segura, y la concejala de Cultura, Manuela López, se encargaron de presentar el equipamiento y su s primeras actividades. Segura habló de «hub cultural» uniendo en una línea imaginaria el auditorio, el Castell y el Celler. Moya explicó que tras las puertas abiertas vendrá una oferta cultural y social amplia con los primeros espectáculos ya previstos y una web propia para poder conocer el edificio y su oferta.
El Celler se complementa con un museo. Una sala de dos plantas que viaja al pasado vitivinícola de la ciudad y con elementos originales y complementos de última generación para dar a conocer las raíces de la Vila-seca agrícola de hace un siglo y el uso de este Celler centenario.