Se nos escapa el tren

A pie de costa. El trazado ferroviario desaparecido del centro de Salou no gustaba 
a nadie, pero la gestión del servicio de cercanías ha sido un fracaso

29 marzo 2021 08:20 | Actualizado a 29 marzo 2021 08:28
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Llegué a Catalunya en tren, hace más de cuarenta años. En una vieja locomotora. La más moderna del parque móvil de los años setenta. Llegué como un inmigrante más. Con gente dispuesta a vivir con ilusión una nueva vida. Y como muchos de los que llegamos en aquellos tiempos, además de con una maleta de madera o las cajas de cartón entre las manos, impacientes e inquietos por lo que nos esperaba en el destino. Tras doce horas de viaje, el tren nos acercó desde Madrid a Barcelona. Aquella moderna locomotora de Renfe nos marcó el futuro, como a muchas personas que en estos momentos las traslada hasta el lugar de trabajo a diario, o como en las ciudades turísticas, a disfrutar de una estancia de vacaciones.

En las estaciones de tren de las grandes ciudades, Renfe ha invertido en trenes de alta velocidad y en edificios que se han transformado en grandes almacenes y zonas de restauración. Ha suprimido muchas taquillas por máquinas automáticas para la venta de billetes para viajar. Y dispone del servicio Atendo, que actualmente hace labores asistenciales a las personas con dificultad.

Avances tecnológicos, como no podía ser de otra forma, al que responde una de las compañías más importantes del Estado, pero que contrasta con la deshumanización de la Renfe. Como sabemos, no sólo ha sustituido a muchos trabajadores en sus servicios, si no que, además, ha hecho desaparecer estaciones de tren en muchas ciudades, alguna tan importante como la de Salou, en la que el transporte viario ha pasado a ser ya una mera anécdota, con tan sólo cuatro viajes diarios entre la capital de la Costa Daurada y Barcelona, mientras que desde la vecina Vila-seca parten treinta viajes al día.

Clave en nuestras vidas

El tren ha marcado nuestras vidas. Desde el punto de vista histórico es claro. Fue el medio de transporte más importante de la revolución industrial. De los más seguros y usados en viajes largos, para cubrir distancias entre países, comunidades autónomas y cercanías. La estación de Salou, conocida como la Estación de los Ferrocarriles del Norte tuvo su primer tren en 1865. Como se recoge en el libro Salou Desaparecido, la economía local creció con la llegada del ferrocarril. La exportación e importación de mercancías dinamizaron la población y el comercio local.

Ese mismo tren que con los años hemos admirado es ahora una gran decepción para miles de personas que se han visto afectadas por los nuevos trazados ferroviarios, sobre todo en Salou. Ir en tren hasta Barcelona es un problema para los viajeros, además de haber hecho un gran daño a sectores económicos, entre otros el del taxis, que ve con preocupación la desaparición de la centenaria estación. Se ha hecho, sí, un apeadero en PortAventura, pero a la medida del parque temático.

Seguro que todos coincidimos en que el trazado ferroviario que ha desaparecido del centro de la población no era viable ni del gusto de nadie. Era inadmisible el paso diario de decenas de trenes, de largo recorrido y de mercancías, que obligaban con excesiva frecuencia a paralizar la espina dorsal de Salou, a su paso por la calle Barcelona. Pero nadie puede sacar pecho porque la actividad en la estación y el paso de trenes de cercanías haya desaparecido. La gestión de esta eliminación del servicio de cercanías ha sido un fracaso y muy desafortunada.

Viajar a Barcelona desde Salou y viceversa se ha incrementado en una hora más de viaje. Es cierto que no se puede tener una estación de tren en cada calle. Pero según las encuestas realizadas en varios países, la mayor parte de los pasajeros eligen la bicicleta, ir a pie o el transporte público para acceder hasta o desde la estación de tren. La calidad de la estación y las instalaciones tienen enorme importancia en la percepción general del viaje en ferrocarril. Si la calidad de la estación es un factor valorado, está claro que una parte de los viajeros que no eligen el ferrocarril para viajar lo harán por la poca calidad percibida de la estación y su accesibilidad.

Según el resultado de la encuesta, el futuro que se puede esperar para estaciones como las de Salou, Vila-seca, Altafulla, Torredembarra… entre otras, no parece muy halagüeño. Los edificios de Renfe en estas ciudades están cerrados y las dificultades para conseguir un billete de tren son grandes. Así se pudo constatar recientemente en este mismo diario por nuestro compañero Jordi Cabré, que informaba de la multa de Renfe a un pasajero, que no había podido validar su billete en un viaje entre Reus y Torredembarra. A esta falta de recursos se podría denunciar la carencia de servicios mínimos a los que la compañía debería estar obligado a responder, no sólo los de higiene personal sino los de accesibilidad para personas discapacitadas. Falta de sensibilidad que contrasta mucho con los proyectos tecnológicos de las grandes estaciones.

Sí. Ya hemos oído hablar del tren-tranvía que el Departament de Territori i Sostenibilitat ha informado. Por cierto, en época preelectoral y como tal huele a humo. Conexiones que, aunque acercará entre sí a Cambrils, Salou y Vila-seca, no soluciona el problema de la duración del viaje en trayectos de cercanías. Un proyecto que ahora me recuerda a la solución del Barranc de Barenys, que debe llevar ya casi 25 años debatiéndose entre ruedas de prensa, estudios, informes, conflictos y dotaciones económicas.

El tren sólo pasa una vez, y tan rápido, a veces, que a algunos responsables de la política les pilla dormidos y no saben reaccionar. Se nos escapa el tren, aunque siempre quede la posibilidad de subirse en el apeadero vecino. Trenes cargados de ilusión y esperanza, que las gentes de Salou han perdido. Como dice el refrán, la vida es como un viaje en tren. Algunos comienzan el viaje juntos, otros se suben a mitad de camino, muchos se bajan antes de llegar, y muy pocos son los que llegan al final.

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