Se sorprenden y se sienten orgullosos. Hace un siglo unos chavales como ellos acudían expresamente desde Barcelona a esa playa de Calafell porque en la ciudad las condiciones de salubridad no eran las mejores. En la playa de Calafell el clima y el agua de una mar muy yodada eran idóneas.
En la arena realizaban juegos. Como los que estos días han realizado alumnos de las escuelas de Calafell. De cuarto de primaria y de primero de la ESO para conocer y revivir la historia de las Colonias de Vilamar. Es una iniciativa de Calafell Històric para difundir historias del municipio.
En las aulas los alumnos conocen imágenes qué fue aquella iniciativa pedagógica que fue ejemplo para el país. En una segunda sesión investigan a través de los escritos y dibujos realizados por aquellos niños de hace un siglo, cómo era el castillo, los peces, el mar...
En el paseo marítimo una escultura con la imagen de un niño recuerda a las colonias
El descubrimiento sigue en la playa. En la misma zona donde se realizaban. Entonces frente a los pinos del Llagostera ya desaparecidos y donde hoy hay una escultura en el paseo marítimo. La del niño con un barco de papel en la mano.
Gimnasia
Como entonces los chavales realizan gimnasia sueca, identifican las nubes, usan la brújula... «Una experiencia que les permite conocer la historia y lo que hoy tienen», explican desde Calafell Històric.
El impulso para el conocimiento de las Colonias de Vilamar comenzó hace dos años por el centenario de aquella iniciativa educativa pionera y revolucionaria que daba a los pequeños una capacidad de autogestión, además de actividades y formación y salud.
Fue una República de los niños. Gratuita para todos los escolares de Barcelona. Allí los chavales conocían el entorno y sobre todo una educación en valores.
Sorprendidos
Los organizadores de la iniciativa destacan cómo los escolares que conocen esa historia quedan sorprendidos. Han vivido las experiencias que los niños de hace un siglo plasmaron en el Diari de Vilamar del que se llegaron a editar 14 números.
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Un modelo en el que la experiencia se anteponía al aprendizaje memorístico.
Los vecinos se implicaron en la iniciativa, pero con recelo de los sectores más conservadores. Los pescadores enseñaban a los niños las actividades en el mar y los agricultores los ciclos del campo. Llevaban a los alumnos al castillo y a los lugares históricos.
No queda nada de aquello más allá de la memoria de los más mayores que acudieron a las Colonias y la escultura del niño.
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Vergés dirigió la colonia hasta que Artur Martorell lo sustituyó y luego la dirigió el profesor de música Enric Gibert de 1933 a 1939, cuando cerró la colonia.
La prensa de la época destacaba que «una nueva floración cultural en nuestra casa es el establecimiento de Vilamar en las doradas playas de Calafell». Vilamar «quiere decir la república libre de los niños, chicos y chicas de Barcelona que la Comisión de Cultura de nuestra Ayuntamiento ha fundado para llevar a los jóvenes a hacer salud y a hacer espíritu en el contacto puro con las maravillas del mar y de la tierra, obras de Dios», destacaba.
La historia
La historia comenzó en los años 20. Era alcalde Jaume Jané, que también era maestro. El pedagogo Pere Vergés se presentó en Calafell con la propuesta de establecer en la playa una casa de colonias infantiles impulsada por el Ayuntamiento de Barcelona. Jané lo vio interesante.
Bajo lo que entonces era un pinar a pie de playa se levantaron casetones, cocinas, aulas y salas para pasar películas y representar teatro. Una ciudad de niños, gestionada por niños.
Tenía alcalde de barrio, jefe de la casa y presidente. Funcionarios y los oficios para mantener la ciudad que eran escogidos democráticamente. Vilamar tenía un gobierno, parlamento y un tribunal para dirimir conflictos. Cada pabellón tenía a sus representantes en ese parlamento.
