El desarrollo urbanístico que vivió la Costa Daurada durante la segunda mitad del siglo XX diseminó a lo largo del territorio una serie de barrios y urbanizaciones residenciales que salpican diferentes zonas de nuestro litoral. Son núcleos aislados que, en algunas ocasiones, nacieron como urbanizaciones privadas, pero que forman parte de municipios grandes como Cambrils, Salou, Torredembarra, Mont-roig del Camp o L’Hospitalet de l’Infant. Núcleos que están alejados de los centros de población históricos, lo que provoca dificultades añadidas para la gestión de los ayuntamientos. Para sus habitantes, sin embargo, supone un agravio comparativo y un déficit en asuntos como los servicios que perciben, la limpieza o el mantenimiento en sus calles.
En algunos casos, la conservación de estas zonas no es responsabilidad directa de los consistorios, ya que son urbanizaciones que todavía no están recepcionadas por los municipios y cuyo mantenimiento se encuentra en el limbo. Eso es lo que ocurre en la zona de Ponent de Cambrils, más allá de La Llosa, en urbanizaciones como Mar Cambrils o El Dorado. En las calles de estas zonas residenciales, con mucha presencia de viviendas vacacionales, son habituales los problemas con el arbolado público, que ha crecido mucho, así como con el asfaltado o el pavimento de las aceras. A pesar de que el consistorio no estaría obligado, los vecinos piden que se intente llevar a cabo un mantenimiento en tanto que pagan impuestos por sus viviendas como en el resto de la ciudad.
La falta de inversión en sus calles es algo que reclaman también desde hace tiempo en Cap Salou. «Hay muchos problemas. Toda la zona está abandonada, calles sin aceras, otras en mal estado... Falta limpieza y un buen mantenimiento de los bosques. Este verano que ha hecho tanta calor, tener los bosques secos y sucios supone un gran peligro de incendio. Es un despropósito tener toda esta riqueza natural y que esté todo tan descuidado», expone una vecina del barrio, Virgínia Martínez.
La seguridad, sin embargo, se ha convertido en la mayor preocupación para los habitantes de Cap Salou. Más allá del incivismo que siempre han sufrido, desde el barrio explican que este verano han sufrido una oleada de robos en viviendas como nunca antes habían tenido, por lo que reclaman mayor presencia policial.
Por otra parte, Virgínia critica la falta de equipamientos que hay en el barrio. «Pagamos un montón de impuestos, pero no tenemos ningún servicio ni ningún equipamiento público», dice. En este sentido, asegura que «tenemos un pabellón precioso, pero que no está abierto a los vecinos. Lo usan los clubes que no tienen espacio en los otros pabellones del pueblo y se llena de coches de la gente que viene de fuera», explica, al tiempo que critica la falta de uso de Els Triangles, el centro cívico que se construyó junto a Cala Crancs. Otra de las peticiones cíclicas que se hacen desde el barrio es poder disponer de una escuela, algo que la Generalitat denegó en su día, a pesar de que el consistorio ya cedió los terrenos.
Otro inconveniente añadido para los vecinos del Cap son las malas comunicaciones con el resto del municipio. «Urbanísticamente el barrio está igual que como se hizo hace 50 o 60 años. Tenemos una vía de entrada y otra de salida y, si en verano te encuentras el trenet turístico, ya no llegas a los sitios», ejemplifica Virgínia. En cuanto al transporte público, critica que «está muy pensado en los turistas, con muchas combinaciones y líneas que van hasta el aeropuerto de Barcelona, pero para que los vecinos vayamos a algunos puntos de Salou, no queda más remedio que coger el coche». «Aunque no lo parezca, aquí vive mucha gente durante todo el año. No solo existimos para el turismo, nos sentimos abandonados», reivindica esta vecina.
Los vecinos se organizan
Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant es otra de las localidades que cuenta con numerosos núcleos de población desperdigados a lo largo del término municipal. Uno de ellos es la urbanización Vanessa Park, situada entre la autopista y la carretera T-318. Allí hay cerca de 140 vecinos empadronados, lo que le convierte en el tercer núcleo más poblado después de L’Hospitalet y de Vandellòs. Tras años de reivindicaciones reclamando mejoras para la urbanización, ahora sus vecinos acaban de constituir una asociación para tener una voz que les represente a todos ante el ayuntamiento.
De momento, su presidente es Sergio Sánchez, que explica que «lo que queremos es que nos tengan en cuenta y poder tener una comunicación, porque siempre se han hecho reclamaciones de forma individual, pero parece que no llegan». La urbanización funcionaba de forma privada hasta hace unos 15 años, cuando el consistorio asumió su gestión. «Desde entonces se llevan reclamando las mismas cosas cada cierto tiempo. Ha habido mucha dejadez por parte del consistorio», lamenta.
El asunto más urgente es la depuradora de aguas residuales que existe en la urbanización. El Ayuntamiento aprobó una partida de 81.000 euros en el presupuesto de 2022 para arreglarla, pero al parecer la inversión no llegará hasta el año que viene. «La depuradora está casi abandonada, sin luz, sin funcionamiento. Funciona como una fosa séptica y tiene que venir un camión cisterna a vaciarla. Es muy grave y el ayuntamiento hace tiempo que tendría que haber tomado cartas en el asunto», denuncia Sánchez.
Otras problemáticas que arrastra el barrio y que presentarán mediante instancia al Ayuntamiento son, por ejemplo, la falta de limpieza viaria, la revisión del perímetro antiincendios, el mal estado de las aceras o la recogida de basuras. En este sentido, desde la entidad lamentan que se hayan retirado los contenedores de poda y que de las tres baterías de contenedores soterrados que existen, solo esté operativa una.
«No pedimos que nos pongan una piscina municipal, pero por lo menos que las calles estén en condiciones», señala el presidente de la Associació de Veïns de la Urbanització Vanessa Park. Esperan, además, que el nacimiento de la asociación sirva también para que desde el consistorio se medie con administraciones superiores para atajar otros problemas históricos, como la instalación de pantallas para reducir el ruido que genera la AP-7 o la llegada de suministros como el gas natural.
La limpieza viaria, otros deberes
La falta de higiene en la calle es el principal punto que genera controversia en Torredembarra. Un problema que se agrava a medida que uno se va alejando del núcleo urbano. De hecho, las redes sociales van llenas de quejas, especialmente enfocadas en la zona de Els Munts, donde varios vecinos aseguran que «llevamos cuatro años aguantando suciedad. Estamos hartos de avisar al Ayuntamiento». De hecho, un afectado de la calle Fonoll aseguraba que el asfalto de las calles estuvo durante semanas completamente cubierto por la pinaza de los árboles y que «hace meses que no vemos al personal del Ayuntamiento limpiando la calle».
Pero esta falta de limpieza no se centra únicamente en la zona de Els Munts. Una vecina de Clarà asegura que en las calles de la urbanización hay también una importante falta de higiene, aunque reconoce que «la recogida puerta a puerta funciona muy bien». Sorprendentemente lo que esta vecina sí echa en falta hasta hace escasamente un mes es la falta de WiFi en la zona: «Nos llegó a finales de verano. Parece increíble», explica.
El caso de Roda de Berà es de escándalo. El núcleo histórico y la zona de playa están completamente separados por la nacional, de modo que si uno quiere ir de uno al otro debe cruzar la carretera y jugarse la vida, puesto que no hay ni puentes, ni pasos de cebra. Hace cuatro años Carreteras del Estado aprobó el proyecto de construcción de una pasarela peatonal en la N-340 que uniera la zona de La Plana, en Creixell, con la de La Barquera, en Roda de Berà. Sin embargo nada de esto se ha puesto en marcha y el Ayuntamiento tampoco ha recibido ninguna explicación al respecto, a pesar de haber mantenido varias reuniones para abordar el tema. La última fue en julio y la única respuesta recibida fue que «todos los proyectos de Catalunya se estaban licitando».