Un anillo con la inscripción Juan 19-5-07, unas gafas Ray-Ban graduadas, un audífono gris y otro marrón, pendientes, collares, brazaletes, auriculares, relojes digitales, teléfonos iPhone... y bicicletas. Es parte de lo que hay en la última remesa de objetos perdidos de la Policía Local de Cambrils que nadie ha reclamado, hallados entre 2014 y 2022.
No pudieron entregarse a sus propietarios porque se desconocía quiénes eran o no se los localizó. Y, tras un último llamamiento público que no dio frutos –el listado de artículos estuvo expuesto durante seis meses, de abril a octubre del año pasado, y no se hizo ninguna entrega– el Ayuntamiento les ha dado un nuevo destino.
En Cambrils, los bienes extraviados cada año se cuentan «por miles», a muchos se les pierde la pista en la arena de la playa, a donde «hoy en día llevamos de todo», y una buena parte pertenecen a turistas, tal como explica la Policía Local. Lo más frecuente son carteras, llaves y móviles, aunque de vez en cuando aparece algo tan curioso como «una especie de amuleto con forma de cruz» o «una maleta llena de documentación».
La comisaría tiene varios espacios habilitados para depositar los artículos, con mayor grado de seguridad dependiendo de su valor hasta llegar a las cajas fuertes. En el transcurso de la Semana Santa, probablemente habrá entrado una cantidad importante de objetos perdidos.
Este último listado que abarca hasta 2022 incluye alrededor de un centenar de piezas. Una de ellas, una alianza de oro, el Ayuntamiento se la ha dado a la persona que la había localizado y la había llevado de buena fe a la policía. Es un mecanismo que la ley prevé para premiar, de alguna manera, a aquellos que alertan de los descuidos en lugar de aprovecharlos.
Las bicis desarrollarán una función singular: pasarán a prestar servicio, según detalla el edicto que aborda el futuro de los objetos perdidos, en el servicio de vigilancia de las zonas de aparcamiento reguladas. Pero, ¿puede alguien perder una bici? La Policía Local de Cambrils indica que, a menudo, se trata de bicicletas que pudieron ser robadas y luego abandonadas, y cuyos propietarios no llegaron a denunciar los hechos, de manera que estos no existen sobre el papel.
En cuanto a las joyas, las hay que se destruirán –igual que los relojes– mientras que las de oro se venderán al peso. Las gafas se entregarán a la Fundación Alain Afflelou para proyectos humanitarios. Los teléfonos móviles –verse es el terror de todos–, que suponen uno de los tipos de artículo más numerosos entre los objetos perdidos y se presentan en todas las marcas y gamas, también se destruirán. Y lo mismo ocurrirá con los auriculares y los audífonos.
Buscar al propietario
Pero esa siempre es la última opción. Antes de llegar a tal punto, los agentes se emplean a fondo intentando dar con los propietarios de los objetos. A veces, esta labor se vuelve minuciosa y singular: «Llegó un anillo con la inscripción Aroa 2004, así que consultamos el padrón para tratar de comunicarnos con las personas llamadas Aroa en el municipio que hubiesen nacido en 2004. Pero probablemente quien perdió la joya no era de Cambrils, porque no la encontramos».