En Calafell se conoce como la masía de Cal Rion, aunque en realidad no es una masía. Es una casa solariega en el núcleo del pueblo en la que residieron generaciones de la familia Rion.
El Ayuntamiento la compró para destinarla a escuela de música y de artes. En precario estado, hubo que apuntalarla y deberá ser restaurada. Antes de comenzar la rehabilitación, el historiador Joan Santacana ha realizado una inspección para inventariar el material que quedó en la vivienda.
Pese al expolio que sufrió durante dos décadas, quedaban muebles, ropas, libros, correspondencia, menaje de cocina... pero sobre todo sorprendió un cuadro.
¿Qué hacía en esa casa una litografía oficial del siglo XIX con la imagen del Rey Amado I de Saboya? Ese monarca estuvo muy poco tiempo en el poder, pero en la casa había un cuadro que no era fácil haber logrado. Santacana comenzó a hilvanar una explicación.
En ese caserón, que quedó configurado en el siglo XVIII, convivieron tres generaciones de Rion. Entre las obras de arte que quedaron hay imágenes religiosas, fotos de antepasados y la litografía del Rey Amadeo I. «¿Qué familia podía ser devota de un rey que reinó poco más de un año?».
Rafael Gibert
Los propietarios de la casa eran una familia con poder. No eran agricultores. En la vivienda no había bodega, ni prensas. «Era una familia dedicada a los negocios financieros y comerciales».
En 1809 residieron Joan Rion y Antonia Giró. Adoptaron una niña a la que llamaron Anna Maria Rion Giró, bautizada en 1813 en Palma de Mallorca. La chica se casó en 1829 con Rafael Gibert, hombre de negocios de El Vendrell y pieza clave para entender la presencia de la litografía.
Romántico
Gibert estaba dedicado al comercio de brisas, de aceite y prestaba dinero. Era el hombre moderno, el típico del romántico, atrevido. Se metió en política y llegó a ser concejal en Calafell (1849) y alcalde (1860). Santacana explica que Gibert participó en los cambios revolucionarios del país (1868-1874).
La revolución de 1868 destronó a Isabel II de la dinastía borbónica. Gibert fue de los que se pronunciaron y se autodestituyó para proclamarse miembro de la junta revolucionaria, tiró el retrato de Isabel II y formó una milicia.
En ese proceso el militar Joan Prim fue uno de los que encabezó la revolución para destronar a la reina. Fue aupado por Víctor Balaguer, potentado de Vilanova que tenía negocios en Cuba. Balaguer y el marqués de Samà impulsaron la llegada del agua, del ferrocarril, de la luz... Eran industriales con intereses comunes.
La apuesta por Prim
Balaguer fue quien creó al héroe, señala Santacana. Defendía que si Catalunya quería ser algo dentro del Estado debía tener un militar de prestigio. Facilitó que Prim fuese a África. Industriales de Reus y de Vilanova reclutaron un batallón al que pusieron barretina y que ganó la batalla de Tetuán. Con los cañones que tomaron a las tropas marroquíes se hicieron los leones de la entrada del Congreso.
Prim dijo que el nuevo régimen jamás estaría encabezado por un Borbón. Se pensó en los Habsburgo o algún descendiente de la monarquía italiana que se tenía como democrática y modélica. Alguien liberal, de una pequeña monarquía que no generase rivalidades. Las Cortes Constituyentes de Madrid preparaban la nueva constitución con la figura de Amadeo.
Gibert era partidario del general Prim y seguidor de Antoni de Samà, empresario e impulsor de Vilanova a quien Amadeo I concedió el título de Marqués de Samà. El noble acudió a la boda de uno de los hijos de Gibert.
En Calafell, el juramento de la Constitución fue un acto solemne en el Ayuntamiento. Incluso se uniformó y armó unas tropas, una milicia urbana gracias a los negocios del alcalde Rafael Gibert, que estuvo al frente del Ayuntamiento durante el periodo revolucionario. Fue destituido en 1870, pero regresó a la silla de alcalde.
A finales de ese mismo 1870 fue proclamado Amadeo I como Rey de España, aunque la inestabilidad del país le hizo abdicar en febrero de 1973 y regresó a Italia. En la casa de Cal Rion seguía su recuerdo.