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- La historia de la familia que vivió en el bunker.
Esta semana ha quedado plasmado en el búnker de la playa de Les Madrigueres de El Vendrell un Gernika de Picasso. Esa construcción fue un nido de ametralladoras construido en 1937 por los republicanas para defenderse de un posible ataque franquista por mar que no llegó a producirse.
Cuando los republicanos tuvieron que huir, los franquistas se hicieron con esa defensa en temor de un posible desembarco de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, que tampoco llegó a desarrollarse. Pese a estar militarizado durante toda la Guerra Civil no llegó a entrar en combate. El búnker quedó abandonado en 1945.
En él llegó a vivir una familia entre 1949-1952 y posteriormente cayó en el olvido y la dejadez. Hasta hace unos días estaba cubierto de grafitis de todo tipo.
El Ayuntamiento, a través de la concejalía de playas planteó la dignificación y contactó con Pere Tardà historiador y divulgador además de fundador de CatPatrimoni. Se optó es plasmar el Gernika en parte de ese fortín.
Una acción ha levantado dudas entre historiadores como Xavier Hernández, doctor en Historia Contemporánea y catedrático de Didáctica de les Ciencias Sociales en la Universitat de Barcelona.
Patrimonio
Hernández considera que plasmar una pintura en patrimonio de la Guerra Civil desvirtúa el objetivo de conservación y divulgación histórica. «Debería conservarse como el patrimonio que es y no como un espacio pictórico». Esos fortines eran de hormigón. «No debe deformarse la intención de a pieza. Forma parte de nuestra historia. No sería aceptable que se pintase un cuatro sobre la pared de una eremita románica. El patrimonio de la Guerra Civil debe entenderse de la misma manera».
Además del Gernika en parte de sus muros, en el resto habrá un poema escrito por una de las personas que siendo una niña vivió en ese nido de ametralladoras cuando fue abandonado. Dos murales que representan «la muerte de la guerra y la vida», como explica la concejal Bárbara Peris.
El experto en patrimonio Pere Tardà concluyó que plasmar el Gernika era la mejor opción para proteger el fortín de nuevos ataques con pintadas. «Claro que lo ideal era dejar los muros de hormigón limpios, pero... ¿cuánto hubiese tardado en aparecer con pintadas de todo tipo?».
Así que se escogió la obra de Picasso «como un símbolo que esperemos se respete. Una obra de prestigio y relacionadas con las guerras y su drama.
Hubiese durado poco
Tardà explica que cuando residió una familia el búnker se pintó de blanco. De hecho, esa capa ha facilitado retirar todos grafitis y devolver el estado original de hormigón. «Pero dejarlo así hubiese durado poco. Hacer un mural de temática relacionado con la guerra debe ser un escudo de protección».
Lo cierto es que la pintura ha llamado la atención de muchos. Los historiadores que preferían dejar el fortín con sus paredes de hormigón señalan que podría haberse protegido de las pintadas vallando la construcción. Pero la concejal Bárbara Peris señala que esa obra no puede hacerse en un espacio como en el que está.
Tardà explica que en otras fortificaciones similares en la costa hay ayuntamientos que han pintado esas construcciones de rosa o de blanco. En todo caso lamentan que no haya una sociedad respetuosa con ese patrimonio. Queda mucha educación por transmitir hacia la memoria.
Hernández coincide en la falta de concienciación de parte de la sociedad hacia un patrimonio que forma parte de la memoria, pero hay lugares en los que se han conservado de manera fiel y se mantienen. «Son activos culturales que bien gestionados también permiten un turismo de calidad». Así destaca que con las diversas fortificaciones costeras permiten un conjunto de gran valor».
Ahora está por ver si el Gernika plasmado tiene el merecido respeto.