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Los vecinos de Altafulla, ante la situación del paseo: «La naturaleza vuelve a su estado natural»

Los altafullenses no se sorprenden con lo sucedido en el paseo

12 noviembre 2023 19:40 | Actualizado a 13 noviembre 2023 07:00
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Esta semana hará ya quince días que el mar no sólo engulló absolutamente toda la playa de Altafulla, sino que también destrozó, de manera literal, gran parte de paseo Botigues de Mar. Es más, el pasado martes, 31 de octubre, el Ayuntamiento decidió cortar el acceso al vial por precaución e inició una serie de obras de intervención para evitar daños mayores.

En ese momento, el coalcalde de Altafulla, Jordi Molinera, explicó que se trataba de una medida de carácter temporal y urgente para proteger el paseo de la borrasca Ciarán que estaba prevista que entrara en la costa catalana el día de Todos los Santos. Pero desde entonces, si bien es cierto que los accesos al paseo se han reabierto, gran parte de él todavía sigue vallado y levantado.

Esta situación ha provocado que centenares de curiosos se acerquen hasta Altafulla para ver el estado actual del paseo. Sin embargo, entre los vecinos del municipio no ha generado demasiadas sorpresas, más bien al contrario. Una de ellas, Cristina, recuerda que «antiguamente esta playa no era de arena, sino de rocas. Entonces se construyó el paseo y vale, queda precioso, pero el mar es naturaleza, un ser vivo que va y viene y que al final, regresa a su estado natural. Y esto es lo que ha terminado haciendo. Era cuestión de tiempo», sostiene.

Así las cosas, para esta vecina de Altafulla, la situación actual «tiene difícil solución», lamenta, «a menos a corto y medio plazo, y esto es muy perjudicial para el turismo». Esta inquietud para aquellos que viven del turismo la compare otra vecina del municipio, Rosa, que empatiza con ellos «porque a día de hoy los comercios y restaurantes viven en gran parte de la gente que viene de fuera y no solo de los de aquí». «¿Quién va a venir estando el paseo en estas condiciones?» se pregunta. También otra vecina, Roser, se pone en la piel de quiénes se ven más afectados por la situación: «Que no haya playa a mi no me afecta», reconoce, «pero yo no tengo un negocio, y en comprensible que a los que viven de ello, que el paseo esté en estas condiciones, les afecte».

Para saber en qué grado se veían perjudicados, el Diari preguntó también a algunos de los restauradores del paseo, pero declinaron hacer declaraciones al respecto.

Reclaman una solución

A pesar de no haberse sorprendido en exceso por cómo los continuos temporales han terminado afectando al paseo Botigues de Mar, las tres vecinas consultadas por este medio de comunicación coinciden en pedir soluciones a los organismos competentes para mejorar el estado del vial.

Rosa explica que «hace 40 años que vivo aquí y jamás había visto algo así», y piensa que se ha llegad a este extremo «por dejadez». «Saben que hay un problema, que nos quedamos sin arena, y no han buscado ninguna solución real para paliarlo», lamenta, y se limita a esperar a que ahora «sí que hagan algo».

Por su parte, Roser explica que estableció su vivienda habitual en Altafulla hace justo 23 años y, como Rosa, tampoco había vivido una situación como la de ahora. «No sé cuál puede ser la solución porque no entiendo de esto», reconoce pero sabe bien que «aquí hay varios activos que tienen que ponerse de acuerdo y esto dificulta las cosas». Finalmente, Roser puntualiza, para aclarar, que «todo el Mediterráneo está así, el mar se ha comido todas las playas, no sólo la de Altafulla.

La situación del paseo ha impedido iniciar los trabajos de instalación de escaleras de madera que permitirían el acceso a la playa, manteniendo la arena existente.

El restaurante Cal Vitali fue el primer perjudicado por los violentos temporales que sufre la playa de Altafulla desde hace casi tres años. En abril del 2022, uno de ellos destrozó completamente una de las terrazas que tenía mirando al mar. La terraza derrumbada (se había desalojado por precaución antes de que cediera y ello evitó que hubiera clientes heridos) se levantó sin cimientos sólidos y solo con la compactación de la arena.

En un primer momento, se llevó a cabo una actuación de urgencia que consistió en colocar una doble hilera de sacos de arena con capacidad de un metro cúbico cada uno. Una hilera se apoyaba a los cimientos del edificio y la otra minimizaba el impacto del oleaje.

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