Todos los integrantes de la expedición de K-9 Unidad de Rescate Creixell al terremoto de México DF han vuelto a casa. Cada cual a su rutina, aunque los que han aterrizado en Catalunya la normalidad que dejaron hace diez días nada se asemeja con el panorama actual muy revuelto tras el referéndum del domingo.
La ONG ha escrito un nuevo capítulo de su tarea humanitaria alrededor del mundo. Esta vez ha sido en México, donde un terremoto de 7,1 grados localizado en Puebla sacudió la capital y pueblos vecinos el pasado 19 de septiembre. Cientos de víctimas, 360 es la última cifra oficial, dejan un país con una herida abierta y difícil de cicatrizar en las zonas más devastadas.
Los componentes de la expedición tarraconense han vuelto igual que se marcharon, bajo el manto del anonimato y con dificultades para reunir el dinero para ayudar al prójimo en estos trabajos de localización de personas bajo los escombros.
La actualidad más cercana ha ido olvidándose de estas hormiguitas trabajadoras que cada jornada interminable rastreaban sin cesar –con ayuda de perros especializados– edificios derruidos en busca de un halo de vida o un nombre al que dar sepultura con dignidad.
En México DFhan contado con un ángel de la guarda llamado Club de Leones, una entidad con delegaciones por todo el mundo que ofrecen logística y apoyo en aquellos casos de ayuda humanitaria.
Gracias a ellos, la expedición de la ONG de Creixell pudo trabajar desde que puso el primer pie en el aeropuerto del país norteamericano. Antes, el vuelo transoceánico fue posible cogerlo gracias a la ayuda inestimable de la Fundació URV, que colabora siempre con la ONG para facilitar el pasaje a cualquier parte del mundo a la que van.
Con la ayuda inestimable de los Topos, una brigada de rescate de voluntarios no gubernamental de México, y la logística de una de las delegaciones del Club Leones, la Unidad Canina K-9 ha trabajado duro en busca de supervivientes. Desgraciadamente no ha sido posible salvar a nadie de debajo de las piedras y su labor se ha reconducido en marcar posibles zonas donde hubiera cadáveres sepultados a lo largo de la ciudad.
Problemas y réplicas del seísmo
Como en cada expedición, nada ha sido fácil. Las reticencias de las autoridades locales y del ejército mexicano ha dificultado el esfuerzo altruista de esta expedición, que ha tenido que trabajar de noche la mitad de los días para evitar problemas con los soldados y aun así han sido vigilados todas las horas.
Ahora, con cada uno de ellos en casa –la mitad de la expedición volaba a su Chile natal–, la perspectiva del seísmo y sus réplicas es otra. Pere Frutos, el presidente de K-9, reconoce que «sin la ayuda del Club de Leones y la URV no hubiera sido fácil ayudar en México», explica desde Creixell, donde ha coordinando el trabajo de sus compañeros.
Hay tantos capítulos de heroicidades anónimas escritos a lo largo de los últimos años, que nadie en K-9 cuenta cuántas banderitas han plantado con la esperanza de recuperar un cuerpo sepultado ni las sonrisas que han dejado como huella por donde han pasado. «La gente intenta enterrar a sus seres queridos en el lugar que les corresponde y agradece que alguien les ayude a localizarlos. La gratitud es lo que vuelve con nostros en cada viaje», apunta Pere Frutos.
A su llegada a Barcelona nadie se ha fijado en ellos. La actualidad en Catalunya y España pasa por otros puntos de interés y su labor humanitaria camina, otra vez, de puntillas.
Quizá las noticias que nos inundan desde el pasado domingo entierren la labor de esta ONG en México, pero ello no impedirá que sigan estando alerta y entrenando todas las semanas para salir cuando otro desastre natural en el planeta les lance un SOS.