Si Santa María del Mar es para muchos en Barcelona la auténtica catedral del pueblo, en Calafell la iglesia de Sant Pere es la de la playa.
Muchos vecinos se implicaron en su construcción. Doce patrones de barcas y los pescadores realizaron varias jornadas de pesca y donaron todo el valor de las capturas para la obra, que costó 553.000 pesetas de la época.
Los agricultores realizaron el transporte del material en carros, el club de fútbol entregó la recaudación de un partido y el propio rector, Jaume Tobella, puso el dinero que faltaba. Pedía dinero entre los veraneantes. Incluso por las terrazas de bares y las salas de fiesta entre baile y baile. Y casa a casa, acompañado por su seminarista.
La iglesia estuvo finalizada en 1958. Como la Catedral del mar, la iglesia de Sant Pere era la de los vecinos de la playa.
El concejal de playa
Las obras comenzaron en 1952 y en 1955 se hizo la nave longitudinal de 30 metros de largo y 12 de ancho. El entonces concejal de la playa, Claudio Solé fue el principal impulsor de la obra. En el núcleo del pueblo estaba la iglesia de la Santa Creu.
Y la iglesia de la playa atesora una singularidad. Su arquitecto fue Josep Maria Jordán Poyatos (1884-1958) como explica el historiador Joan Santacana, que ha revelado el nombre tras una investigación porque entre las facturas del rector no estaba la del arquitecto.
Jordán Poyatos era arquitecto de Barcelona desde 1913, además de ejercer de jefe de bomberos, pero fue destituido con la dictadura de Primo de Ribera, aunque volvió a ser nombrado. En 1939 con el régimen franquista sufrió un expediente de depuración.
«Quiza la depuración fue por el mero hecho de cumplir con la tarea de los bomberos de hacer frente a las catástrofes, en especial durante los bombardeos de la Guerra Civil», señala Santacana. El expediente acabó anulado y aunque una denuncia anónima en 1943 volvió a atacarlo, quedó en nada. Jordán Poyatos continuó como jefe de bomberos hasta 1954, cuando se jubiló.
Veraneaba en Calafell y el párroco le propuso que hiciese la iglesia de la playa. En Barcelona ya había hecho diversas casas como la Josep Miró (1916), la Artur Bulbena (1922) o la Conrad Lòpez (1932).
Cuando recibió la propuesta era jefe de servicios de bomberos, pero aceptó el encargo y trazó los planos además de dirigir la obra. En 1955 la iglesia de la playa ya estaba acabada aunque faltaba enyesarla y el mobiliario.
El historiador Joan Santacana defiende que el arquitecto probablemente nunca cobró por su trabajo.