Es un proyecto planteado desde hace años pero que para llegar al punto que debe permitir tirar adelante una escuela de música y de las artes en Calafell ha pasado por reiterados obstáculos.
Desde denuncias por parte de equipos de arquitectura que se presentaron a la redacción del proyecto y que fueron descartados por lo que el caso llegó a los juzgados, al desacuerdo por el precio de la masía en la que se fijó el Ayuntamiento para albergar la escuela.
Ahora parece que el proyecto tiene vía libre. La histórica masía de Cal Rion, en el núcleo del pueblo de Calafell ya es de propiedad del Ayuntamiento para poder habilitar una escuela de música y de artes.
El Ayuntamiento ya ha abonado los 370.000 euros que determinó un juzgado de justiprecio después de las desavenencias entre propietarios y consistorio para fijar el importe del inmueble.
El alcalde de Calafell, Ramon Ferré, explica que los propietarios pedían unos 2 millones de euros, pero el Ayuntamiento sólo estaba dispuesto a pagar 300.000 euros según sus valoraciones, por lo que las discrepancias acabaron en el Tribunal Català de Contractes del Sector Públic.
El Ayuntamiento ya había tomado posesión de la finca y pretendía iniciar obras de rehabilitación, pero quedaron paradas a la espera de un justiprecio judicial que finalmente ha sido de 370.000 euros que ya han sido abonados.
Ahora no debería haber problemas para tirar adelante el proyecto de escuela de música y de artes. De hecho el objetivo del equipo de gobierno es que pueda estar acabado antes de dos años. Ahora se ahora se hará un estudio topográfico y geotécnico para comprobar la calidad del suelo para la actividad pretendida en la histórica masía.
La intención de crear una escuela de música y de artes busca además de esas formaciones dotar de actividad al núcleo histórico del pueblo donde los vecinos lamentan la pérdida de equipamientos como oficinas municipales y la prevista marcha de la radio a unos nuevos estudios ya el próximo año en la zona de playa de Mas Mel.
La masía Cal Rión es una de las históricas masías que se conservan en el núcleo del pueblo y destaca por el reloj de sol de su fachada. Aunque durante años ha tenido muchas modificaciones y llegó a usarse para guardar las carrozas de fiestas populares, permite observar cómo era la que fue la antigua residencia de los masoveros de los marqueses de Samà.
En ese caserón, que quedó configurado en el siglo XVIII, convivieron tres generaciones de Rion. Los propietarios de la casa eran una familia con poder. No eran agricultores. En la vivienda no había bodega, ni prensas. «Era una familia dedicada a los negocios financieros y comerciales», explica el historiador Joan Santacana.
Mira los motivos por lo que podía estar ese cuadro en la casa.
