Los agentes Carlos Méndez y Rubén Campos de la Policía Local de El Vendrell realizaban el pasado lunes un servicio en la calle Doctor Robert cuando por la emisora se requería a otra patrulla para acudir de urgencia a la carretera de Valls. Un bebé se estaba ahogando al parecer por atragantamiento.
Méndez y Campos no lo dudaron. «Vamos nosotros, que estamos al lado». En pocos segundos llegaron al lugar y vieron el panorama. Una mujer sentada en el suelo nerviosa llorando y un hombre que les daba el alto desde la calle y que les dio a la pequeña en brazos.
Tanto los padres como desde la Policía se había avisado al Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM), pero de momento los únicos profesionales allí eran los dos agentes.
«Se ha de actuar con celeridad pero sin perder los nervios», relata Carlos Méndez. Tanto él como Rubén Campos iban a asumir la responsabilidad de atender a la pequeña, de once meses. «Todo fue muy rápido», explica Rubén Campos.
Primeros auxilios
En la Escola de Policía los agentes reciben formación para atender estos casos. Méndez además tiene formación de como primer interviniente en emergencias y de primeros auxilios.
Pasaban los segundos (en casos como este cuentan casi las milésimas). La pequeña tenía las manos agarrotadas y los labios pegados. Todo en un entorno de miedos y nervios.
En un cuerpo tan pequeño la maniobra de Heimlich no suele ser la más indicada. Así que dieron unas palmaditas en la espalda de la pequeña para ayudar a que respirase. Una, dos, tres, cuatro, cinco... las palmaditas seguían hasta que la pequeña reaccionó y respiró.
Vomitó, dio una bocana de aire y se puso a llorar, lo que indicó que la vía aérea estaba despejada. «En ese momento parece que todo se para», explica Carlos Méndez.
Rubén Campos recuerda el instante. «Nos miramos y si decirnos nada nos dijimos que lo importante estaba hecho. Un alivio». Cuando la niña volvió a respirar también lo hicieron los agentes de la Policía Local de El Vendrell.
Alivio y agradecimiento
La niña se recuperaba y comenzaba a respirar con normalidad y reaccionaba. Los lloros de desesperación pasaron a ser de alivio, de agradecimiento.
El SEM explicó que no disponía de ambulancias para llevar a la pequeña y a sus padres al hospital así que fue en el coche patrulla de los agentes se llevó a la familia al centro médico para que pudiesen ser atendida y seguir la evolución de la pequeña.
Los dos agentes han recibido felicitaciones de sus compañeros del cuerpo y de los vecinos que presenciaron el angustioso momento. Siguen con sus patrullas y con la satisfacción más allá del deber cumplido. «Te da alegría y satisfacción personal», dice Carlos Méndez. «Mucha ilusión», relata Rubén Campos.