Fue el recordado pescador de Calafell Magí Sicart quien compró la Francisca en 1920. La amplitud de sus velas hizo que fuese la más rápida y espectacular.
Fue una de las mejores barcas de vela latina destinada a la pesca. Hasta aquel accidente en el que el patrón Magí de Cal Territ pudo saltar al mar y el Maginet se salvó después de quedar atrapado. Entonces la barca quedó en la arena tras dos décadas de navegación.
En la decadencia de la Francisca también influyó que los pescadores preferían ir a la captura del pescado azul como la sardina y con barcas a motor, mucho más lucrativo y con menor esfuerzo. La histórica barca quedó sin tripulación, languideciendo frente al Trajo de l’Espineta. Sólo quedó en su majestuosidad en muchas fotos que decoraban los comedores de viejos pescadores.
Mucha madera
La construcción de la Francisca reivindica el pasado pescador de Calafell. Cuando era una de las playas con más madera de la costa catalana, en referencia a la gran cantidad de barcas que reposaban en la arena.
La Francisca fue de las últimas barcas de vela latina dedicadas a la pesca. Su simbólica recuperación debe servir también para dar a conocer esa historia que el paso del tiempo parece haber relegado.