Este 2022 es un año cargado de efemérides para los vecinos y vecinas de La Plana. El núcleo vilasecano celebra 70 años desde que allá por el 1952 se adquirieran las primeras parcelas que se acabarían convirtiendo en el barrio actual. Este año, además, se cumplen 40 del nacimiento del que ha sido uno de los ejes vertebradores de la transformación y el desarrollo del barrio y sus habitantes, la Escola La Plana. Un colegio pequeño y familiar, abierto siempre a la comunidad, que tiene la cohesión y la integración por bandera y que, cuatro décadas después, continúa jugando un papel central dentro de la vida del barrio.
En sus orígenes, la escuela se llamó CEIP Sant Joan en honor al patrón de La Plana. Eran unas aulas prefabricadas que dependían de la Escola Torroja i Miret y donde se cursaban únicamente los cursos de primero a quinto de EGB. Después, los alumnos tenían que desplazarse en autobús a Vila-seca para poder terminar la educación básica. Sin embargo, en el curso 1983-84, la escuela ya adquiría estatus propio para poder completar todos los niveles de primaria. El barrio vivía un ‘boom’ demográfico y en los años 80, el colegio llegó a albergar a hasta 200 alumnos. Actualmente, la cifra se mueve entre los 80 y los 90.
El centro pasó sus primeros diez años de vida en aulas provisionales hasta que, en 1991, se inauguró el actual edificio de la escuela, en la calle del Mas de la Cuca. El traslado se llevó a cabo a mitad de curso, en el mes de febrero, y tanto alumnos como madres, padres y profesores echaron una mano para que todo estuviera a punto para la inauguración oficial, que contó con la presencia del mismísimo president Jordi Pujol.
El nuevo equipamiento culminaba un arduo proceso por implantar una docencia de calidad en La Plana y abría nuevas perspectivas de futuro. «Más que una escuela abierta al barrio, todo el barrio era la escuela», recordaba el primer director del centro, Miquel Blanch, durante la fiesta de celebración de los 40 años. «El edificio de la calle Almería —donde actualmente se encuentra el Centro Cívico— eran las aulas, pero la escuela también estaba fuera. En la Iglesia hacíamos los Jocs Florals o las conferencias que podíamos traer, en la plaza hacíamos teatro, espectáculos de payasos o los ‘Pastorets’ y, en el parque que le llamaban el bosque, celebrábamos las comidas de hermandad», añadía.
Mientras fue director, la escuela impulsó algunos de los proyectos que, con el tiempo, se han convertido en tradición y sello de identidad. Es el caso de los Jocs Florals, una celebración cultural abierta a toda la comunidad que se viene celebrando cada dos años desde el curso 1983-83. Fruto de la buena acogida y participación de estas jornadas, en 1988 se publicó el libro ‘Algo queda’, con poemas de los niños y niñas de la escuela, así como simpatizantes del barrio.
Tras el parón obligado por el coronavirus, los Jocs Florals serán la ocasión perfecta para volver a abrir el colegio a las familias después de Semana Santa. «La escuela siempre ha sido un referente en el barrio. Es cierto que estos dos años de pandemia hemos tenido que cerrar puertas y eso se ha notado mucho, pero ahora hemos cogido muchas ganas para volver a acoger a las familias, que al final es lo que le da vida al centro», subraya Marta Rius, que ha cogido este año las riendas de la dirección de la escuela.
La anterior directora, Maria Teresa Sabaté, destacaba que «la escuela ha cambiado muchísimo en estos años, pero lo que no ha cambiado nada es el calor, el compañerismo, el buen entendimiento y la implicación de todo el barrio».
En este sentido, la comunidad educativa al completo ha participado activamente en el 40 aniversario, una celebración que seguirá muy viva hasta final de curso. Entre otros, se ha actualizado el logotipo de la escuela, se han pintado algunos espacios en la entrada con la colaboración de las familias, se ha mejorado el comedor gracias al AMPA y se ha estrenado un gran mural conmemorativo en el patio, que ha elaborado el artista Edu Polo con la participación de todo el alumnado.
«Ésta es una escuela referente para toda Vila-seca», manifestaba el alcalde, Pere Segura. «Desde el inicio se ha sabido fusionar con el barrio hasta convertirse en todo un símbolo para sus vecinos y vecinas y en un gran ejemplo de transformación». En este sentido, Segura recalcaba el carácter cohesionador de la Escola La Plana dentro del tejido social del barrio y aplaudió «el gran trabajo que han realizado todos sus maestros por la integración de la lengua y la cultura respetando siempre los orígenes de cada uno».