«Hoy me pondré los patines para demostrarte que, si me resbalo, me levanto de nuevo y vuelvo a intentarlo». Es aquí donde todo empezó. En una caída, una caída y un levantarse, y vuelta a caer para volver a ponerse de pie. Y así una, dos, tres, cuatro y hasta incontables veces, las que hagan falta para que, al final, no se vuelva a caer. Al contrario. Al final, un roller aprende a aguantarse, consigue lo que se propone y entonces, no se come el mundo, no, sino que el mundo, literalmente, rueda a sus pies.
Y así ha sido durante todo el fin de semana en Cambrils. El mundo ha rodado bajo los patines del centenar de miembros del club RollersCambrils, que tanto el sábado como el domingo han celebrado el tercer aniversario de la entidad con incontables actividades a las que, además, se ha apuntado gente que vino de hasta Valencia, Zaragoza, Madrid, Sevilla o Teruel.
Y es que, aunque parezca mentira –a mi me lo parece, yo no sé ir en patines de línea, me caigo y me levanto, pero reconozco que no sé cómo hacer que algo empiece en mi– en patines se puede hacer lo mismo, como mínimo, que andando. Y a esto me refiero a que cuando yo he ido a ver qué hacían estos rollers cambrilenses, justo se estaban inscribiendo para comenzar una gimcana por todo el municipio en la que debían hacerse fotos y superar varias pruebas. Vamos, lo mismo se podría haber hecho andando, pero no, ellos lo hacían ‘rodando’. Y tengo que reconocer que un poquitín de envidia sí que me han dado, cuando he visto pasar a un par de grupos ‘danzando’ sobre sus patines por la Rambla Jaume I. «¡Qué chulada y que sensación!» he pensado. Pero automáticamente he vuelto a mi realidad: «Es que me caigo», y me he quedado con esa envidia sana dentro de mí.
Pero por si no había tenido suficiente, después me he acercado hasta la plaza del Ayuntamiento, donde dos, literalmente ‘cracks’, estaban dando unas master clases de Urban FreeSkate y de Slalom. Vamos, que se ponían a hacer ‘ziga-zagas’ a uno o a dos pies –esto, lo más sencillo– entre varios vasos de plástico colocados a poco más de medio metro de distancia entre ellos. Y ¡no! No los tiraban... Ni ellos caían. Ni siquiera estaban a punto.
Así que, señores, estas han sido solo dos de las numerosas actividades que el club RollersCambrils ha organizado el fin de semana, a cada cual más alucinante. Sin ir más lejos, el sábado hicieron una ruta ‘espartana’ –con eso ya se lo digo todo–, pero que luego ‘compensaron’ con otra que ellos mismos etiquetaron de ‘de tranquis’ –¡imagínense como debía ser la otra!–. Eso sí, en las dos, los rollers se comieron el mundo y, además, el mundo rodó, tal cual, bajo sus pies.