Hacía tiempo que Giorgio evitaba la calle Àngel Guimerà de Calafell. De hecho la calle a la que dio nombre. Sólo ver el cartel de próximo derribo era un golpe emocional. A pesar de que hace cuatro años decidió poner punto final a una aventura que también ha sido la de Calafell.
Las obras de derribo del restaurante que puso a Calafell en el mapa culinario, artístico y del famoseo, han comenzado. En pocos días sólo quedará un solar sobre el que surgirá un edificio. Dicen que de pisos turísticos, aunque ese destino está por ver.
En todo caso lo que sí pasará al recuerdo es ese edificio que acogió un local por el que pasaron escritores como Gabriel García Márquez, Vargas Llosa, Jorge Edwards o Juan Marsé.
También directores de cine como Bigas Luna, actrices como Penélope Cruz, cantantes como Joan Manuel Serrat, deportistas, políticos, pintores, empresarios, economistas (cuentan que esas mesas se acordó la fusión del Sabadell y el Atlántico).
Demasiada historia para que Giorgio pasase con tranquilidad por esa calle viendo el cartel de sentenciado en el singular edificio. Templo de la gastronomía y la cultura, donde se impulsaron cuadros temáticos y colectivos que han llegado a rincones de todo el mundo.
De «la más maravillosa historia», como dijo Giorgio cuando anunció el cierre. Ya sólo quedarán sabores en la memoria. Con gusto a trufa blanca, uno de los productos emblema del local.
En las últimas horas ha comenzado a desmontarse un pasado de Calafell. El restaurante que fue reconocido por el gobierno de la República Italiana como uno de los que mejor trasmiten la esencia italiana fuera del país alpino.Y Giorgio Serafini fue nombrado Cavaliere della Repubblica, un título que reconoce a los que han sido embajadores de Italia.
Era uno de los pocos edificios de la playa que recordaban un pasado envidiado. Los vecinos de la calle saben que cambiará el paisaje y el recuerdo. En pocas horas (el derribo va a ser rápido) no quedará nada. Y la calle del Giorgio cederá su nombre a Àngel Guimerà.