La contaminación por pellets en la zona es recurrente y constante. Los pellets que se encuentran son de diferentes colores y formas, a consecuencia de diferentes vertidos y continuas pérdidas por parte de las empresas de la zona. De hecho, Tarragona y Barcelona concentran aproximadamente el 70% de la industria productora de plástico de España. Según datos de la Asociación Empresarial Química de Tarragona en 2017 se produjeron 19,3 toneladas métricas de plástico a Tarragona.
¿Que son los pellets? Los pellets de plástico, también conocidos como granzas de plástico o lágrimas de sirena, son pequeñas esferas (normalmente menos de 5 mm) que se utilizan como materia prima en la fabricación de los artículos de plástico. A causa de la falta de regulación en la cadena de valor y a malas prácticas, los pellets se pierden en las diferentes etapas de la cadena de producción y distribución del plástico (producción, transporte, reciclaje…) A nivel europeo, los pellets son, la segunda fuente de contaminación primaria por microplásticos.
Gracias a la primera máquina de recolección de pellets y microplásticos fabricada por las ONG, los voluntarios consiguieron recoger unos 800.000 pellets de plástico en dos horas, el equivalente a 15,8 kg. Pero esto sería solo una pequeña parte de lo que habría en la playa. Los cálculos muestran una acumulación de aproximadamente 1000 pellets por metro cuadrado en la zona donde se realizó el muestreo.
La contaminación expuesta aquí es el resultado de una recopilación de datos reciente, puesto que la ONG Good Karma Projects empezó la investigación de esta problemática al 2018, después de la aparición de unos 120 millones de estas bolitas en esta misma playa de La Pineda. Sin embargo, estos derrames no son nuevos y han estado sucediendo desde que las petroquímicas llegaron a la zona hace 50 años. Desde entonces, no se ha responsabilizado a ninguna empresa de los vertidos que han afectado de manera continua y repetida en el área de Tarragona y que se han extendido en la región mediterránea llegando a zonas circundantes e impactante puntos críticos de biodiversidad excepcionales, como Baleares y el Delta del Ebro. En 2020 Good Karma Projects y Surfrider Foundation Europe activaron el caso dentro del programa Coastal Defenders para denunciarlo a nivel internacional
Según las estimaciones de un informe encargado por la Comisión Europea en 2018, la industria pierde cada año en la UE alrededor de 160.000 toneladas de pellets de plástico. Mundialmente, más de 250.000 toneladas de gránulos de plástico acaban en entornos acuáticos cada año. La contaminación por pellets de plástico es, por lo tanto, la segunda fuente más importante de contaminación de microplásticos primarios. Así lo confirma también la publicación “Breaking the plastic wave” de Pew Environment que estimó en 10 trillones los pellets que cada año acaban en el océano.
Algunos actores de la industria han estado tratando de abordar el problema promoviendo una serie de buenas prácticas a través de la iniciativa llamada “Operation Clean Sweep”. La iniciativa es voluntaria y no vinculante, y ha demostrado ser incapaz de actuar con eficiencia, teniendo en cuenta los estudios expuestos por la organización.
Según Jordi Oliva, cofundador de “Good Karma Projects: “Consideramos que acciones como la de este fin de semana, son importantes para el seguimiento de esta problemática que nos afecta a todos y que hace demasiado tiempo que pasa desapercibida. Es necesario que la administración y las empresas involucradas adopten las medidas necesarias para poner fin a este grave problema ambiental”.
Para Maria Ballesteros, responsable de Medio Ambiente y educación de Surfrider España: “A pesar de que estaba enterada de la problemática, me sorprendió ver de primera mano la magnitud de la contaminación en la playa. Creo que la problemática tendría que ser conocida por todo el mundo, invito a la gente que se pasee por la playa y lo vea con sus propios ojos”
Las entidades han trasladado la problemática al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico del gobierno español, así como a la Comisión Europea. Piden que se legisle la pérdida o vertido de estos residuos, puesto que actualmente solo hay programas de buenas prácticas que son de aplicación voluntaria y no existe un marco regulador para esta problemática ambiental.