En apenas cinco minutos, el pesebre de arena de La Pineda se ha convertido en historia este miércoles 11 de enero. El trabajo de una semana de esculpir y muchos meses de idear, quedó reducido a 400 toneladas inertes de arena en un momento.
A lo largo de la mañana, las máquinas de la brigada municipal de Vila-seca han demolido las ocho figuras que se erigieron hace un mes en el parque del Pinar de Perruquet. La arena se ha trasladado en camión y se guardará hasta el año que viene, cuando volverá a transformarse en una original versión del belén.
Esta era la 23ª ocasión que se construía el pesebre de arena, una de las tradiciones navideñas más singulares de toda la Costa Daurada. Los ocho artistas internacionales encargados de dar forma a las monumentales obras de arte efímeras acabaron su trabajo el pasado 9 de diciembre y hasta ayer permanecían intactas frente a la playa. Desde entonces, más de 30.000 personas han pasado por el pesebre, lo que supone batir los datos registrados los últimos años de pandemia.
En 2021, aún con restricciones a causa del Covid, el Ayuntamiento contabilizó todas las personas que llegaban a visitar la obra y se superaron las 25.000. Los cálculos de afluencia que se han hecho en esta edición superan con creces esas cifras. Un año más, los escultores de arena han logrado sorprender a los visitantes con una revisión del clásico belén a través de figuras que representaban distintas épocas de la historia del arte.
El pesebre de arena se monta en La Pineda desde 1999 y a lo largo de este tiempo se ha convertido en un reclamo indiscutible para atraer a visitantes fuera de la época de playa. Comerciantes y restauradores lo celebran. El trasiego de personas durante todos los días de montaje es importante, pero en las jornadas clave de las fiestas la afluencia fue mucho mayor, incluso con colas de gente para ver de cerca las construcciones. Asimismo, las diferentes actividades musicales e infantiles que se han organizado reunieron entre 300-400 personas al mismo tiempo alrededor del pesebre.
«El balance es muy positivo, porque esto nos posiciona a nivel turístico y nos ayuda a la desestacionalización», explica la concejala de Turismo, Cristina Cid, instantes antes de que empezara la demolición de las figuras. «La Pineda ya tiene este pesebre como un elemento que año tras año atrae a gente que viene a visitarlo de toda Catalunya y del valle del Ebro. Personas que vienen a disfrutar de un día en nuestra costa y se acercan a conocerlo», destacaba.
En este sentido, el pesebre de arena se ha convertido en un complemento ideal para la Navidad de la Costa Daurada. Una cita ineludible cada año para miles de personas de la provincia, pero también para visitantes que se encuentran de vacaciones y descubren uno de los atractivos marcados en rojo en todos los catálogos de visitas obligadas los días de Navidad en Catalunya.