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Un asteroide gigante podría chocar con la Tierra en 2032: ¿Estamos preparados para su impacto?

La NASA y la ONU observan de cerca el asteroide 2024 YR4, un objeto espacial que podría representar una amenaza para la Tierra en 2032

12 febrero 2025 17:25 | Actualizado a 12 febrero 2025 17:36
Se lee en 2 minutos
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El reciente descubrimiento del asteroide 2024 YR4 ha captado la atención de la comunidad científica y del público en general. Este objeto espacial, identificado por el sistema ATLAS en Chile el 27 de diciembre de 2024, tiene un diámetro estimado entre 40 y 90 metros. Su trayectoria ha generado preocupación debido a una pequeña, pero no descartable, posibilidad de impacto con la Tierra el 22 de diciembre de 2032.

El Protocolo de Seguridad Planetaria, activado por la ONU, es un conjunto de medidas diseñadas para coordinar la respuesta ante posibles amenazas de impacto de objetos cercanos a la Tierra. Este protocolo establece procedimientos para la observación, evaluación de riesgos y, si es necesario, estrategias de mitigación para desviar o destruir un asteroide en curso de colisión con nuestro planeta.

Al activarse, moviliza equipos científicos y tecnológicos de diversas agencias espaciales, como la NASA y la ESA, para estudiar la trayectoria del objeto, determinar su nivel de riesgo y evaluar opciones de intervención. También contempla la comunicación con gobiernos y organismos internacionales para coordinar respuestas en caso de que el riesgo de impacto aumente.

Desde su detección, agencias como la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) han centrado sus esfuerzos en estudiar con mayor precisión la órbita de este asteroide. En un hecho sin precedentes, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ya ha activado este protocolo para coordinar esfuerzos internacionales y evaluar posibles estrategias de mitigación.

En España, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) está utilizando el Gran Telescopio Canarias para obtener datos sobre su composición, lo que podría ayudar a determinar el mejor método de desviación en caso de que la amenaza aumente.

Según los cálculos actuales, la probabilidad de colisión con la Tierra es del 2,3 %, aunque estas estimaciones podrían cambiar a medida que se recopilen más datos. De confirmarse un impacto, las regiones potencialmente afectadas incluyen el océano Pacífico oriental, el norte de Sudamérica, el océano Atlántico, África y el sur de Asia. Países como Ecuador, Venezuela, Colombia, India, Pakistán, Sudán, Etiopía y Bangladesh estarían dentro del rango de posibles zonas de afectación.

En caso de que la probabilidad de impacto aumente, los científicos han propuesto diversas estrategias para evitar una catástrofe. Entre ellas se encuentran:

Impacto cinético: Similar a la exitosa misión DART de la NASA, que demostró que un asteroide puede ser desviado mediante una colisión con una nave espacial.

Explosiones nucleares: Una detonación en las cercanías del asteroide podría alterar su trayectoria sin fragmentarlo en piezas más pequeñas.

Tractores gravitacionales: Un satélite podría ser colocado cerca del asteroide para alterar lentamente su curso mediante atracción gravitatoria.

Láseres solares: Disparos de energía solar concentrada podrían vaporizar parte del asteroide, generando empuje suficiente para cambiar su dirección.

Si el asteroide 2024 YR4 llegara a impactar la Tierra, las consecuencias podrían ser significativas dependiendo del lugar de colisión. Un impacto en el océano podría generar tsunamis de gran escala, afectando zonas costeras y causando inundaciones devastadoras. Si el choque ocurriera en una zona habitada, la explosión resultante liberaría una cantidad de energía equivalente a varias bombas nucleares, causando destrucción en un radio de decenas de kilómetros. Además, la nube de polvo y escombros generada podría afectar la atmósfera, alterando el clima temporalmente y reduciendo la visibilidad en regiones cercanas.

Para afinar las predicciones, el telescopio espacial James Webb realizará observaciones en marzo y mayo de 2025. Con estos nuevos datos, los astrónomos podrán determinar si realmente hay un riesgo significativo de impacto o si la amenaza se disipa con el tiempo.

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