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Progres, mujeres, ricos, pobres, migrantes... Todos han votado a Trump

Análisis. Los códigos de voto de los Estados Unidos continúan siendo una sorpresa en Europa, donde muchos creen que los estadounidenses son los europeos del otro lado del océano

06 noviembre 2024 21:07 | Actualizado a 07 noviembre 2024 07:00
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¿Por qué ha ganado Donald Trump (más que por qué ha perdido Kamala Harris)? Los republicanos han ganado todo: Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso. Han nombrado a la mayoría de jueces del Tribunal Supremo, que también ejerce como Constitucional. Cpon ellos se alinea casi todo el mundo de los negocios y sectores tecnológicos avanzados de Silicon Valley. Elon Musk (Tesla, SpaceX...), Peter Thiel (PayPal, Palantir...) o Jeff Bezos (Amazon) apoyan a Trump e incluso son más extremistas que él, como buenos anarcocapitalistas: defienden la supervivencia del más fuerte o del más preparado, la retirada del Estado de la vida y la economía, el transhumanismo. Son los empresarios de moda, modernos, innovadores, agresivos, que también apelan al machismo subyacente de buena parte del electorado.

Los demócratas han retrocedido en todas partes: en las ciudades y en sus nichos electorales típicos, en todos los segmentos de edad, educación y renta.

Los republicanos de Trump han captado el zeitgeist, el espíritu del tiempo. Está naciendo un mundo nuevo en el que la democracia liberal, deliberativa y representativa y el republicanismo tradicional van de baja. Sube la democracia iliberal o autoritaria. El multilateralismo decae y la globalización y el libre comercio basados en acuerdos y reglas también. Suben el nacionalismo aislacionista y las fronteras. La Organización Mundial del Comercio y la OTAN no molan. Los derechos humanos universales son vistos como un corsé mutilador de la soberanía nacional y no como una palanca de progreso para todas las personas en todas partes. La Revolución Francesa y la Gloriosa Revolución no están de moda. Los hombres fuertes y los regímenes autoritarios de China y Rusia, sí. Estas son las claves de la elección:

Inflación

La economía va como un tiro, no hay apenas desempleo. Pero los salarios son más bajos porque la inflación es alta y reduce su poder adquisitivo. La culpa de la inflación es del último paquete de ayudas aprobado por Joe Biden al principio de su mandato: 40.000 millones de dólares. La excusa fue la Covid, pero ese paquete llegó en mal momento: estimuló la demanda cuando les redes logísticas mundiales aun no estaban en condiciones de suministrar productos al mismo ritmo. Resultado: la oferta se ajustó vía aumento de precios. Biden estaba advertido por el mismo Larry Summers, exsecretario del Tesoro (ministro de Hacienda) de Clinton. Las rondas a las que invitó Joe Biden las ha pagado Kamala Harris.

Ideología Woke

Un camarero de 50 años que gana la mitad que cuando trabajaba en una línea de montaje de automóviles en Detroit no entiende bien por qué es tan importante hablar de y gastar dinero en abrir baños para personas no binarias, ni por qué es necesario que la escuela de su hijo enseñe teoría crítica del colonialismo y ya no se rece ni se salude a la bandera. Ni por qué tipos que le caen bien no pueden hablar en la universidad. Piense en el personaje de Gran Torino de Clint Eastwood pero sin la épica y sin el coche. Esta gente votaba demócrata y ahora vota Trump. Y no piensa cambiar de candidato.

Mujer

La sociedad estadounidense blanca es racista. Pero el machismo es aún más transversal, porque tiene mucho arraigo entre varones de minorías como la negra y la latina, de cultura más tradicional, donde Trump ha ganado buenos porcentajes de voto. A Trump, esa cultura patriarcal dominante le ha perdonado tanto sus excesos sexuales como su bellaquería en los negocios. Es un canallita bien visto entre los señoros.

Poco tiempo

Kamala Harris entró en liza en junio, tras un agónico debate de semanas sobre la aptitud de Joe Biden para encabezar la candidatura demócrata. Trump lleva cuatro años de campaña y disfrutó de un mandato entero para quedarse en la memoria de todos. El partido demócrata no ha demostrado ni preparación ni coraje. Ante el desbarajuste, el elector ha optado por el malo conocido.

Populismo

Trump es imbatible proponiendo soluciones simples, que todos pueden entender y comprar, a problemas complicados. El exceso de migración se resuelve con una frontera más dura. La competencia de los productos chinos se arregla con más aranceles. La inflación se combate con más proteccionismo y obligando a “comprar americano”. Los impuestos son una carga que sirve para engordar la administración y ampliar las regulaciones: los recortamos y quitamos Estado. ¿La guerra? Obliguemos a Ucrania a ceder territorio a Rusia a cambio de paz. En realidad, todo es más complejo y también las soluciones, pero resulta difícil condensarlo en un eslogan tipo Build the wall, por ejemplo.

No es personal, es político

Trump, a su modo, ha abordado los problemas concretos: migración, salarios bajos, China, wokismo... Harris ha hecho una campaña sobre su persona: una pionera, una mujer negra, su carrera contra la delincuencia como fiscal... Ay. Como personalidad, no puede competir con Trump, un tipo flamboyant, neoyorquino, estrella de la televisión, agresivo.

La coalición muerta

Venía averiada, pero estas elecciones se ha roto la coalición sobre la que los demócratas han ejercido su dominio en los ciclos electorales desde que Franklin D. Roosevelt articuló el New Deal en 1932, luego actualizado por Kennedy y Johnson en 1960 y por Barack Obama en 2008. La suma de sindicatos y trabajadores de mono azul, minorías y migrantes, mujeres, intelectuales, católicos y clases medias suburbanas... ya no suma. Trump ha capturado votos en todos esos nichos y ha deshecho el acuerdo tácito que los unía. Los demócratas son hoy una coalición de políticas identitarias a las que no amalgama ningún propósito común sobre el que construir una sociedad: ecologistas, feministas, socialistas, profes, gente del espectáculo, famosos y famosetes, progres universitarios... con fuerte componente elitista.

Donald Trump ha vuelto a ganar porque el mundo de ayer ya no tiene cómo conjurarse en este presente. Ni los valores sirven ya como cortafuegos. Four more years.

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