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¿Por qué Alemania? ¿Y hasta cuándo Ucrania?

En forma de collague, los datos, las historias, las previsiones, las realidades que permiten comprender el alcance del cambio que se avencina en Berlín

25 febrero 2025 07:47 | Actualizado a 25 febrero 2025 07:49
Se lee en 4 minutos
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Las elecciones alemanas casi podrían convencer a los observadores externos (o extraterrestres) de que la política de consenso está viva y coleando en Berlín. Hay un claro ganador: la conservadora CDU/CSU, cuyo líder, Friedrich Merz, parece estar en condiciones de ser el próximo canciller alemán. El titular, Olaf Scholz, reconoció inmediatamente su derrota y felicitó a su rival. No hubo disturbios ni sospechas de fraude electoral. Esto es Alemania y las cosas –aunque solo sea una mala metáfora– se hacen con rigor.

Pero por debajo de la superficie han aparecido grietas profundas en el panorama político alemán. Después de la Segunda Guerra Mundial, los conservadores prometieron que nunca existiría un partido a su derecha. Ahora, es obvio que han fracasado en esa ambición. El partido antiinmigración AfD ha duplicado su apoyo desde 2021 (en cuatro años), quedando en segundo lugar con aproximadamente una quinta parte de los votos.

La líder de AfD, Alice Weidel, estaba comprensiblemente eufórica. Entendiendo que este avance electoral ha hecho que su partido sea imposible de ignorar, dijo a los periodistas: «Ahora estamos firmemente anclados como Volkspartei» – o «partido del pueblo». Weidel no se contuvo a la hora de demostrar lo que probablemente se convertirá en la estrategia de la AfD: derribar el cordón sanitario que la mantiene alejada del poder. Mientras la CDU de Merz comienza la difícil tarea de armar una coalición que obligue a su partido de centroderecha a recurrir a un socio de coalición de centroizquierda (los socialistas de la SPD), Weidel le recuerda que su puerta también está abierta, «para que se pueda implementar la voluntad del pueblo». Un viraje hacia la derecha que sería ampliamente aceptado en la antigua RDA. El mapa electoral alemán es bicolor. En todos los land que confirguraban la antigua Alemania del Este (Thuringia, Saxonia, etc) la victoria de la AFD es apabullante.

Muro de Berlín

Y no solo es la inmigración. El muro de Berlín continúa existiendo. No en ladrillos pero si en las mentes y, sobre todo, en los corazones de muchos alemanes del este que se sienten menospreciados por la historia, ninguneados por la Alemania rica. Esta gasolina es oro para un partido como la AfD que, como principal partido de la oposición, no tendrá que ensuciarse las manos con resultados electorales confusos ni con políticas de compromiso. No tiene que encontrar respuestas a preguntas complicadas. Todo lo que tiene que hacer es señalar el conflicto entre los partidos centristas de Alemania en su búsqueda de soluciones, sabiendo que una quinta parte del electorado alemán da mucho peso al ariete que golpea el cortafuegos.

Pero lo cierto es que las elecciones alemanas del domingo fueron unas elecciones típicas de Europa occidental del siglo XXI: los partidos centristas obtuvieron unos resultados históricamente malos, la extrema derecha ganó y el sistema de partidos se fragmentó aún más.

Aunque los resultados mostraron un giro a la derecha, este fue mucho menor de lo esperado y los partidos centristas insisten en no ver el elefante que hay en la habitación. En lugar de declarar que solo una minoría votó por la extrema derecha y chutar el problema fuera del campo, los partidos «tradicionales» deberían aceptar y abordar el pluralismo de la población alemana. Con una economía estancada y una nueva realidad global, el país necesita un gobierno democrático fuerte, como señaló el futuro canciller Friedrich Merz en su discurso conciliador de victoria.

Su gobierno no debería complacer a la extrema derecha ni definirse en oposición a ella. Más bien, debería constituir una amplia y gran coalición con los socialdemócratas y los verdes, en torno a una agenda necesariamente mínima pero, no obstante, positiva, que sitúe a Alemania en el corazón de una Europa democrática liberal.

La UE está gastando más dinero en combustibles fósiles rusos que en ayuda financiera a Ucrania

La famosa estabilidad alemana, sobre la que Angela Merkel basó su reinado de dieciséis años, es cosa del pasado: la primera economía del continente, actor importante de la Unión Europea, no ha podido escapar del torbellino que sacude al mundo. El debilitamiento de los partidos políticos tradicionales es un fenómeno común a toda Europa pero al que Alemania había resistido mejor.

Energía nuclear

Puede que aún no lo sepan, pero los alemanes ayudaron a poner fin a uno de los debates más antiguos y polarizadores de la Unión Europea cuando votaron el pasado fin de semana. Al menos esa es la esperanza de los países pronucleares de la UE. Esa camarilla de alrededor de una docena de capitales mira con expectación a Friedrich Merz, el líder de centroderecha que ha prometido aliviar el tabú sobre la energía atómica. Eso podría, a su vez, aliviar un estancamiento perpetuo de Bruselas que bloquea la política pronuclear. Es un debate urgente, ya que la Comisión Europea se dispone a revelar un plan el miércoles para ayudar a las industrias en crisis, denominado Clean Industrial Deal, y un plan relacionado para reducir los precios de la energía.

Independencia de los EEUU

Elon Musk revivió el saludo nazi y apoyó abiertamente a AfD. En su discurso tras la victoria el futuro canciller Merz declaróque estaba dispuesto a construir la «independencia» de su país respecto de los Estados Unidos y que nunca habría pensado que pronunciaría una frase así en su vida. La campaña electoral se desarrolló a la sombra de un cambio fundamental en las relaciones transatlánticas, con el regreso al poder del presidente estadounidense Donald Trump, decidido a dar la espalda a Europa y a su modelo democrático y a acercarse a Rusia, que libra una guerra devastadora en Ucrania.

Pedro Sánchez, el nuevo jefe

Algunos datos más que pueden parecer colaterales pero que no hay que olvidar: Pedro Sánchez es ya el líder de la socialdemocracia europea. Esto puede parecer un título menor pero en realidad es de una importancia capital. Las familias políticas europeas han sobrevivido siempre a un histórico equilibrio entre conservadores y socialdemocratas. Ahora, la izquierda europra se gestiona en Madrid. Y, eso, tiene su valor.

Tres años de guerra

La UE está gastando más dinero en combustibles fósiles rusos que en ayuda financiera a Ucrania, según un informe publicado en el tercer aniversario de la invasión. Según el estudio del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (Crea), la UE compró 21.900 millones de euros de petróleo y gas rusos en el tercer año de la guerra , a pesar de los esfuerzos en marcha para acabar con la adicción del continente a los combustibles que financian el tesoro de guerra de Vladimir Putin. La cumbre de Kiev de ayer volvió a demostrar el apoyo emocional y económico 3.500 millones de euros para el mes de marzo a Volodomyr Zelensky. Pero no nos engañemos, en la ONU, Rusia y los EEUU votaron juntos contra una resolución respaldada por la UE sobre Ucrania. Han pasado tres años desde la invasión rusa, miles de muertos, ciudades devastadas, pérdidas millonarias. Pero ya nada es igual a entonces, y la Alemania que se quiere independiente de los EEUU no tiene capacidad de liderar este continente. Realidades que duelen.

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