La pandemia que hemos sufrido, con la consecuente crisis económica que ha provocado, ha llevado a nuestra sociedad a unos límites de pobreza impensables hasta hace poco. Familias que, aunque sin grandes alardes, tiraban hasta final de mes gracias al trabajo de alguno de sus integrantes han visto cómo de la noche al día tenían que solicitar ayuda a las entidades sociales para poder sobrevivir. La línea entre la vulnerabilidad y la pobreza extrema es muy fina y así ha quedado demostrado.
En este contexto de crisis económica y social, la Generalitat de Catalunya ha puesto sobre la mesa un tema que, en los próximos meses, dará mucho que hablar: la renta básica universal, una prestación económica, individual, incondicional y accesible para todos los ciudadanos. Para ello, el Govern ha creado la Oficina del Pla Pilot per Implementar la Renda Bàsica Universal, una de las medidas recogidas en los acuerdos entre los partidos independentistas para la investidura de Pere Aragonès y que está dirigida por el sociólogo Sergi Raventós.
En los próximos dos años, esta oficina del Govern (adscrita al Departament de Presidència) liderará una prueba piloto que se hará en dos segmentos de la población y que servirá para analizar la viabilidad de la medida y cómo se podría aplicar en Catalunya.
La renta básica universal está planteada como una medida de política social de acceso a una renta y como un mecanismo de redistribución de la riqueza. Así, los que la defienden la ven como un arma para hacer frente a diversos problemas como la pobreza, el paro, la precariedad laboral, la desigualdad de género, los malestares psicológicos y el estrés que generan las inseguridades y dificultades económicas.
Hace mucho tiempo que se viene hablando de la renta básica universal, sobre todo en contextos más especializados y académicos. En los últimos años, y especialmente desde el inicio de la pandemia, han aumentado los artículos, manifiestos de movimientos sociales y también el apoyo de entidades y de personalidades que han facilitado a sectores cada vez más amplios de la población, aproximarse a una medida que se espera que esté muy presente en nuestras sociedades en los próximos años.
La noticia de la creación de este plan piloto ha sido recibida con optimismo por las entidades sociales, con las que la Generalitat ha contado para poner en marcha el proyecto, tal y como explica al Diari el coordinador de Creu Roja Catalunya, Enric Morist: «La Generalitat nos ha explicado el proyecto, nos ha pedido opinión y nos ha dicho que podemos seguir aportando nuestras ideas cuando la prueba haya evolucionado más».
A pesar de estar en una fase muy inicial, Morist reconoce que «vemos en positivo todo lo que sea intentar erradicar la pobreza extrema. Sabemos que es un tema que genera muchas dudas y además en nuestro país no existe mucha cultura de hacerlo como en otros. Pero estamos a favor de cualquier iniciativa que ayude a que las personas puedan vivir con un mínimo de dignidad y evitar la cronificación de la pobreza. Todo lo que sea intentar evitar esto, bienvenido sea, y pensamos que la renta básica universal puede ayudar».
En Creu Roja reconocen que la pandemia ha cambiado el paradigma de la pobreza. En este sentido, el coordinador de Creu Roja Catalunya asegura que «a raíz de la Covid hemos visto que un sector de la población –al margen del que estaba en pobreza extrema– que hasta entonces trabajaba, en muchos casos en la economía sumergida, se ha quedado sin trabajo y no puede llegar a final de mes».
Por eso, Morist admite que «hay una fragilidad de una parte de la población que nos preocupa. Son personas que viven al día y que no se contabilizan como pobreza, pero que están muy cerca de la pobreza extrema. Gente que se quedó sin trabajo al principio de la pandemia y que antes no pedía ayuda pero ahora está en nuestras colas».
Desde Cáritas Reus, su presidente, Miquel Aragonès, también valora positivamente la posible implementación de esta renta básica universal. «La vemos interesante. Otras propuestas similares que se han puesto en marcha, como el Ingreso Mínimo Vital, se ha visto que no han acabado de funcionar. Para poder acceder a ellas hay que pasar por mucha burocracia y eso provoca que a mucha gente no les llegue y se queden sin ningún ingreso», asegura Aragonès, quien añade que «esta renta básica universal sería muy interesante porque no debemos olvidar que hay mucha gente que está sin ingresos. Por el comedor de Cáritas en Reus pasan cada día 200 personas, sin contar las 2.000 familias que reciben ayuda, también de alimentos, a través de Cáritas Parroquial en la ciudad».
El presidente de Cáritas Reus coincide con el coordinador de Creu Roja Catalunya en el diagnóstico de la situación. «Antes de la Covid, el perfil de las personas que atendíamos era muy concreto: básicamente inmigrantes sin recursos que no tenían nada. Ahora, hemos pasado a atender a personas que se han quedado sin trabajo y antes iban tirando, aunque fuese con poco, pero que ahora no tiene para comer».
Catalunya, según datos del año 2020, tenía un 26,3% de la población en riesgo de pobreza o de exclusión social. Focalizados en la infancia, se alcanza el 35,9% en la franja de los y las menores de 18 años. La iniciativa de la Generalitat de la renta básica universal se toma para analizar esta realidad más cercana y se unirá al conjunto de pruebas sobre la aplicación de esta renta que desde hace años se realiza en otros países como EEUU, Canadá o Alemania.
¿Qué diferencia hay entre la renta básica universal y la renta mínima vital?
Ambos conceptos podrían confundirse, pero presentan una diferencia muy sensible: mientras que la renta básica universal sería un derecho incondicional que se concedería automáticamente y gradualmente a toda la población, la renta mínima vital es una prestación sujeta al cumplimiento de una serie de requisitos, como por ejemplo acreditar una situación prolongada de desempleo o la no percepción de otras ayudas.
¿Qué ventajas tiene la renta básica universal?
Los que la defienden aseguran que solucionaría los problemas existentes de desigualdad y carestía de empleo. Además, su gestión sería muy sencilla para la administración ya que los trámites burocráticos serían mínimos y se estrecharía el cerco hacia la picaresca social, porque se evitarían situaciones fraudulentas.
Por último, el coste de gestionar un sistema de renta básica estaría limitado exclusivamente a la cuantía económica que comprende, en contraposición a los elevados costes económicos y de gestión de la renta mínima vital, derivados de la burocracia requerida para controlar cada caso particular.
¿Qué inconvenientes presenta esta ayuda?
Entre los puntos en contra de esta renta básica universal, según algunos expertos, está que se incrementaría sustancialmente la recaudación fiscal, provocando una repartición de la riqueza que resultaría contraria a nuestro sistema capitalista. Así, las rentas altas tendrían que soportar el coste de las rentas inferiores, por lo que algunos colectivos sociales se verían perjudicados por esta medida.
Diferentes posturas políticas.
A la luz de estas ventajas e inconvenientes, existen posturas políticas enfrentadas ante esta medida. Desde una visión progresista, al proteger a los colectivos sociales frente a situaciones de pobreza, los ingresos provenientes del trabajo se destinarían al lucro y al crecimiento. Pero desde una visión más conservadora, se cree que no es bueno que las personas cobren dinero sin habérselo ganado.