La Festa de la Calçotada más universal

La 36 edición acoge en Valls a participantes de distintos países, como Japón, Holanda, China, Rusia, Francia, Bélgica y Estados Unidos | |

19 mayo 2017 16:34 | Actualizado a 19 mayo 2017 16:34
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«La Festa de la Calçotada cada vez es más internacional y nos consolida como capitalidad de esta este factor gastronómico vallense por antonomasia», afirmaba ayer en la Plaça del Pati el alcalde de Valls, un más que satisfecho, Albert Batet.

Cerca de unas 35.000 personas de todas partes, muchas de ellas repetidores y otras muchas, descubridores de la macrocita calçotaire y de las excelencias del rey de la fiesta: el calçot, la humilde cebolla dulce que con su pie sepultado en la tierra obra el milagro de que los mortales levante la vista al cielo para poder degustarlo.

Como siempre fueron muchos los atractivos que encontró la marea de gente que inundó el casco antiguo de la capital de l’Alt Camp. Pero habrá que detenerse en algunas e interesantes novedades que ha ofrecido la 36a edición del evento.


Juego calçotaire
Muchos fueron los niños y niñas que pidieron a sus padres les compraran el juego, editado esta ocasión: ‘De calçot en calçot i tiro perquè es pot’ que no tiene otro objetivo que introducir , jugando, la cultura del calçot.

Los concursos son grandes protagonistas de la convocatoria. En la Plaça del Blat hubo la degustación de la típica salsa de calçots y se dirimió el resultado del XXVI Concurs de Salses. Esta vez una de las voluntarias del mortero, la vallense Conxi Leal, ofreció, por primera vez, salsa «para todos los públicos». Es decir: para la ingesta también «para personas intolerantes al gluten, la lactosa, o la fruta seca, con los garbanzos como ingrediente base» , explica la autora.

Importante es también el XXX Concurs de Cultivadors de Calçots. Pone en valor las cebollas de los productores acogidos a la Indicació Geogràfica Protegida (IGP) Calçot de Valls, que se extiende por las comarcas del Alt Camp, Tarragonès, Baix Camp i Baix Penedès. Lo cierto es que la calidad del producto «mejora temporada tras temporada», comentaba el presidente de la IGP, Francesc Xavier Amill.

Esta progresión hace «que cada año sea más difícil la decisión del jurado», afirma Amill. Añade que a las habituales puntuaciones en cuanto a la largura de la parte blanca de la cebolla, su grosor y uniformidad «ahora valoramos también la textura», dice.

Y para preservar la autenticidad de los manojos con el sello de la denominación, éstos además de estar etiquetados, ahora van atados con un fleje azul que lleva el nombre de la DO.

En l edición los cultivadores del Tarragonès fueron hegemónicos. El primer premio (por segundo año consecutivo) se lo llevó Jordi Rovira de Torredembarra; el segundo fue para Jaume Papió, de Reus y el tercero para Germans Blanch, de Altafulla.

Mientras, las humeantes parrillas de la Plaça de l’Oli ponían a cocción millares de calçots i carnes a la brasa para que con la compra del correspondiente tiket, a 9 euros, quien lo deseara pudiera degustarlo. De hecho se sirvieron cerca de 4.000 bolsas, con la salsa, pan y bebida, incluida.

Llamaba la atención algunos neófitos, como es el caso de la joven pareja neoyorquina, Carla y Daniel, que acudían por primera vez. «Pronto hemos aprendido a pelar los calçots y ciertamente están riquísimos, afirmaron ambos.

Lo más esperado: el Concurs de Menjar Calçots. Por normativa no pudo competir Adrià Wegrzyn, el que más títulos tiene. Las normas del concurso establecen que quien gana un año no puede participar el siguiente. De este modo, Wegrzyn sólo puede participar los años pares ya que en cada certamen en que toma parte gana. Ayer resultó vencedor, David Adelantado, de Barcelona que ingirió 295 calçots, equivalentes a 2.520 gramos. Adelantado fue el triunfador hace dos años, cuando no pudo concursar Wegrzyn, que sí podrá hacerlo en la próxima edición de 2018. Adelantado se quedará en casa el año que viene.

El segundo lugar fue para Antonio Hernandez, de La Llagosta, con 120 calçots y 1910 gramos. El tercer clasificado, el barcelonés Constantino Wegrzyn, padre de Adrià, con 183 calçots y 1545 gramos. Hubo entrega de premios a los ganadores de los concursos y recuerdos para todos los participantes.

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