Cualquiera que se haya puesto en contacto con su centro de atención primaria en los últimos meses se habrá topado con un panorama desolador: esperas telefónicas a la hora de concertar las citas, consultas que se otorgan para semanas o meses después de la petición y unos sanitarios al límite de sus facultades. La atención primaria, primordial para el buen funcionamiento del sistema sanitario de un país, se encuentra al borde del colapso en España, como atestiguan los informes del propio Ministerio de Sanidad.
La carga de trabajo ha aumentado de media el 23,51% durante la pandemia: en 2021, los sanitarios atendieron, en su actividad ordinaria, 453.023.901 consultas frente a los 366.762.404 de 2019, según los datos del Sistema de Información de Atención Primaria (SIAP). Este crecimiento del número de tareas no ha supuesto, en cambio, un reforzamiento de las plantillas; al contrario, ha sido asumido por equipos diezmados y sometidos cada vez a más presión. En 2021 había en España 136 médicos de familia menos que en 2021 (29.601 frente a 29.727) y 28 pediatras menos (6.474 frente a 6.502). Y las bajas por covid o por ansiedad o depresión han acabado por destrozar cualquier intento de llegar a todos los pacientes que solicitaban una consulta. «Los datos no son reales, son peores, porque el personal nunca ha estado al completo.
De hecho, los médicos de atención primaria hemos tenido de media un 40% más de trabajo durante la pandemia», afirma Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). En esa situación, explica, «hay muchas dificultades para hacer bien el trabajo». «Los profesionales estábamos quemados y además, trabajamos con pacientes que también estaban quemados porque sienten que no se les estaba atendiendo bien. El panorama es dramático», apunta este doctor, que no cree que la situación, por lo menos en el corto plazo, vaya a mejorar. «Estamos viendo cómo ahora hay muchos pacientes que vuelven a acudir presencialmente a las consultas porque necesitan afecto y ver de nuevo a su médico. La carga de trabajo continúa estando por encima del 40% de lo anterior a la pandemia».
El sector más afectado, la enfermería
De acuerdo con los datos del Ministerio de Sanidad, por encima incluso de los médicos, el colectivo más afectado por la saturación de la atención primaria durante la pandemia ha sido el de enfermería. En estos dos años fueron solo 395 enfermeros más (de 30.537 a 30.932), pero en 2021 tuvieron que asumir la enorme tarea de vacunar con dos dosis a toda la población española. Ese año pusieron 84 millones de vacunas contra la covid, lo que explica que pasaran de atender 132 millones de consultas en 2019 a 190 millones dos años después. Así, su volumen de trabajo aumentó el 44%. Condiciones precarias Parte del personal se desplazó a la vacunación y los que se quedaron se vieron obligados a dejar de lado muchas de las labores que ejercían antes de la pandemia, trabajando, además, en condiciones precarias.
«Yo he estado en seis centros de salud diferentes», explica Silvia Fernández, una enfermera de 27 años de la Comunidad de Madrid. Ella atendía por teléfono, presencialmente y a domicilio, en jornadas que sabía cuándo empezaban, pero no cuándo terminaban. «Por la mañana llegabas a tu puesto pensando: 'Qué me voy a encontrar hoy’», rememora. Los protocolos cambiaban casi cada día y también las labores que realizaban las enfermeras. «Atendíamos a enfermos respiratorios, hacíamos pruebas diagnósticas y vacunábamos a domicilio a las personas que no se podían desplazar. Era muy estresante y nos salvaba la vocación y el compañerismo de aquellos días, pero a mi alrededor he visto a muchos sanitarios romperse», cuenta Fernández.
Depresión o insomnio
El 33% de los enfermeros reconoció haber sufrido depresión durante la pandemia, el 58%, insomnio y el 67,5%, episodios graves de ansiedad, según una macroencuesta realizada por el Consejo General de Enfermería con 19.000 profesionales. «Se están dando distintos factores que confluyen para crear una tormenta perfecta. La atención primaria ya ha colapsado y hay personas que no se dan cuenta. En España harían falta 95.000 enfermeras más solo para alcanzar la media europea», asegura Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo.
Hace una semana, Carolina Darias anunció que los Presupuestos Generales del Estado financiarían un plan de infraestructuras y equipamiento para la atención primaria dotado con 434 millones de euros con el objetivo de mejorar la capacidad diagnóstica y reducir la temporalidad. «Es necesaria una gran inversión. Ahora mismo, no es posible ofrecer a la población española, envejecida y aquejada de patologías crónica, los cuidados que requieren».