La historia se repite en ERC. Como en 2008, cuatro candidaturas se disputan la presidencia del partido, que se dilucidará en un congreso fijado para el 30 de noviembre. Hace 16 años, Joan Puigcercós y Carod Rovira libraron una batalla sin cuartel, tan virulenta como la que están protagonizando este sábado Oriol Junqueras y los afines a Marta Rovira. Junqueras, que cesó de la presidencia de la formación tras la debacle electoral, se siente fuerte para volver a ser el líder del partido, en esta ocasión junto a Elisenda Alamany, dirigente de la formación en Barcelona que procede de los comunes. El exvicepresidente de la Generalitat y presidente de ERC durante 13 años hizo este sábado una exhibición de fuerza, llenando con cerca de 1.500 personas el teatro de la Pasión de Olesa de Montserrat (Barcelona), conocido por programar la resurrección de Jesús, la misma que quiere protagonizar el dirigente nacionalista. Fue arropado por compañeros como Raül Romeva.
«Queremos salvar y rescatar» este partido, dijo. El líder secesionista cargó con dureza contra Marta Rovira y Sergi Sabrià (que han impulsado el sector que se enfrenta a Junqueras), a los que acusó de haber «avergonzado» y «traicionado» a la militancia, creando una estructura paralela para dirigir la formación «al margen» de sus órganos oficiales. Hay que hacer limpieza y luego recoser el partido, dijo.
Lleva tiempo, desde el mes de junio, recorriendo Cataluña para preparar su regreso. Aunque es un viejo rockero de la política catalana, solo pudo ser cabeza de cartel en los comicios de 2012 y 2017. Hace años que destacadas figuras del independentismo piden caras nuevas, pero todo apunta a que Puigdemont y Junqueras seguirán siendo los líderes del secesionismo. Junqueras es el favorito para ganar el congreso de ERC y Puigdemont será entronizado en el cónclave de Junts de finales de octubre. Los líderes del ‘procés’ tratan de resistir y de reinventarse. Junqueras parte con mucha ventaja respecto a la candidatura de los roviristas, Nova Esquerra Nacional. Este sector controla la actual cúpula de ERC (no así a las bases), pero en cambio los pesos pesados del partido han evitado postularse para competir contra el expresidente, lo que ya denota las pocas esperanzas que tienen de ganar. Insisten en que su candidatura es coral, en contraposición con la de Junqueras, que es personalista, pero a nadie escapa las dificultades que han encontrado los renovadores para encontrar a un dirigente dispuesto a encabezar el proyecto.
Tan malas son las relaciones entre los dos sectores que el mismo día en que Junqueras hizo su puesta de largo, la dirección del partido, controlada por la secretaria general, convocó un consejo nacional. Marta Rovira, en su discurso, llamó a la unidad y a «repensar» el partido, tras los «fallos garrafales» y «errores éticos y morales» cometidos «desde la organización». La pérdida del Govern y el hundimiento electoral han abierto la formación en canal. El caso de los carteles contra los Maragall, mofándose del alzhéimer del expresident, ha enfangado el debate interno. Rovira pidió «depurar responsabilidades hasta el final». Y reclamó un «debate de ideas», una referencia velada a Junqueras, al que se acusa de liderar una candidatura personalista, en ocasiones mesiánica y con un fuerte liderazgo. Rovira amenazó incluso con retirarle el apoyo a Illa»Si no se cumple el acuerdo -avances en el concierto económicos-, llegaremos al final del camino y será imposible entrar en la negociación de los Presupuestos de la Generalitat», dijo ante la dirección republicana.