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Gervasio Sánchez: «Ucrania se ha convertido en un gran negocio armamentístico»

Fotoperiodista. «Vidas minadas» es su proyecto documental, un «grito contra el impacto de las minas antipersonas en los civiles»

08 octubre 2023 12:37 | Actualizado a 09 octubre 2023 10:53
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Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) es un referente del periodismo de guerra. Cumple 43 años desde sus primeros reportajes en un conflicto: el golpe de Estado en Turquía. Sin embargo, a él le importa más mirar hacia el futuro: le ilusionan los jóvenes que «intentan sacar adelante un periodismo muy honesto» y pronostica que las mujeres ocuparán a no muy largo plazo la mayoría de las corresponsalías de guerra. Presenta ‘Vidas minadas. 25 aniversario’, su vasto retrato humano confeccionado en estos cinco lustros sobre las víctimas de las minas. Durante una etapa de su vida trabajó en Tarragona.

Ha dedicado 25 años a documentar la vida de personas que han sufrido tremendas mutilaciones por las minas.

Después de cubrir guerras como Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Liberia, Ruanda o Somalia, empecé a buscar otro tipo de historias y me quedé espeluznado por la cantidad de mutilados que había en Angola debido a las minas. Las personas que entrevisté siendo niñas o adolescentes ahora superan los 30 y 40 años.

¿Y qué le dicen?

Las consecuencias de una mina son para siempre. Una joven de Mozambique, Sofia Elface Fumo, pisó una mina con 11 años. La explosión mató a su hermana María, de 8 años, y ella se quedó sin las dos piernas. Hoy tiene cinco hijos, he visto nacer a los dos últimos. ¿Qué te dice eso? La situación permanente de lucha que tiene que mantener para trabajar y desarrollar una vida con dos prótesis en un país donde es difícil conseguirlas, no hay seguridad social ni pensiones vitalicias.

Cruel, pero ejemplarizante.

Hay más casos. A Medy Ewaz le conocí en 2006 en un quirófano cuando le estaban cortando el hueso de una pierna. Tenía 8 años. Hoy vive en Madrid, conseguí sacarle de Afganistán en 2021 junto con su hermana cuando los talibanes regresaron al poder, y es un luchador permanente. Sofía intentó llegar a la universidad y tuvo que asistir a diario al instituto recorriendo 9,5 km de ida y otros tantos de vuelta en silla de ruedas. Son historias de dolor, dramáticas, pero de supervivencia que hablan sobre la capacidad del ser humano para salir adelante dignamente.

Ucrania está sembrada con cientos de miles de minas. No aprendemos.

El mercado de las armas es un negocio terrible en el que están implicados compañías armamentísticas, bancos y gobiernos que autorizan y financian su venta. La mayoría se presentan ante la sociedad haciendo gala de sensibilidad para mejorar la vida de los ciudadanos, pero esconden el negocio de la muerte.

Que nadie pone fin.

En España todos los gobiernos, desde González y Aznar hasta ahora, la han mantenido. Zapatero sextuplicó la venta de armas españolas en los ocho años que estuvo gobernando. Pasó de 400 millones anuales de la época de Aznar a 2.400 millones. Cuando llegó Rajoy, éstos se convirtieron en 4.300 millones. Y con Sánchez y Podemos, el gobierno más izquierdista de la historia, se sigue haciendo lo mismo.

Rusia y Ucrania están encerrados en una espiral.

Es un conflicto muy enquistado y un conflicto enquistado significa que es muy difícil que alguien salga victorioso. La solución pasa por negociar ya, pero a nadie le interesa negociar a la baja, ni a Putin, ni a Zelenski ni a Europa. Hay un empate técnico y la población sufre los efectos.

¿Cuál es su pronóstico?

Ucrania es un gran negocio armamentístico que está mejorando las economías europeas, estadounidenses e internacionales. Aunque algunos crean que las decisiones políticas tienen que ver con los derechos humanos, es una gran mentira. Hasta febrero de 2022, lo que sucedía en el Donbás desde 2014 no le importaba a nadie. Europa hacía negocio con Rusia y lo que importaban eran las materias rusas. Ni a los gobernantes europeos ni a los empresarios les importaba el sufrimiento de los ucranianos hasta que la extensión del conflicto impactó en la economía occidental.

«No es divertido». ¿No se cansa de la guerra?

El peor momento de irme a un conflicto es darle al botón cero en el ascensor porque dejo atrás mi casa, a una pareja que me aguanta y resiste desde hace 38 años y un hijo de 25. Si paso frío, en casa tengo calefacción. También cervezas de distintas calidades en el frigorífico. No voy a la guerra a divertirme. La guerra no es una aventura, sino el peor fracaso que tiene una sociedad. Y una vez te atrapa, no sales nunca.

Ramón Lobo, corresponsal legendario, ha fallecido este verano a los 68 años.

Ha muerto a una edad muy temprana, tenía muchos planes de vida. Lo conocí en 1992 en la guerra de Bosnia y entre 1999 y 2003 hicimos juntos muchos conflictos muy duros: Irak, Kosovo, Sierra Leona... Era capaz de salir de cualquier situación y tenía una gran capacidad de hacernos reír en los momentos más difíciles. Pero hoy veo también a mucha gente joven, entre 25 y 40 años, que intenta llevar adelante un periodismo muy honesto; una generación bravísima de hombres y mujeres; muchas mujeres. Dentro de veinte años muchos puestos en zonas de conflicto estarán ocupados por mujeres.

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