El president de la Generalitat en funciones, Artur Mas, afirmó ayer que al Estado «no le da miedo» la CUP sino que lo que le «impresiona» es Democràcia i Llibertat (DiL), porque es el «ancla» y la «cadena» del soberanismo que evita que Catalunya vaya «a la deriva» en la «tormenta» causada por el Gobierno.
Mas acompañó ayer a los candidatos de Democràcia i Llibertat por Tarragona al Congreso y el Senado, Ferran Bel y Carles Pellicer, alcaldes de Tortosa y Reus, respectivamente, y al número 1 por Barcelona, Francesc Homs, en un mitin de campaña en el teatro Bartrina de Reus, que llenó completamente su aforo de medio millar de personas.
En su discurso, Mas pidió «tranquilidad» al público ante el plan de choque social que negocian Junts pel Sí y la CUP, porque son «medidas concretas» pero no suponen un cambio de modelo económico y social: «Esto ya vendrá después», sostuvo. Mas remarcó que lo importante en estos momentos es construir la casa –el nuevo Estado–, sin necesidad de «ponerse a discutir los colores de las paredes» –las ideologías–.
El AVE en Otero de Sanabria
El riesgo de centrarse en ese debate, prosiguió Mas, es quedarse con una vivienda «con goteras» y «con una disponibilidad muy escasa de recursos» que se generan en Catalunya pero «desaparecen del mapa porque se van a Otero de Sanabria», en alusión a la estación de AVE planeada en esta localidad zamorana.
En referencia a las mismas negociaciones, auguró que la «criatura saldrá», aunque desconoce si será «por parto natural que, sería la investidura», o «por cesárea, que saldría unas semanas más tarde», pero en todo caso «habrá gobierno, con investidura o elecciones, que cumplirá el mandato del 27-S», aseguró.
Mas insistió en que «no tiro la toalla» pero «si no hay investidura, volveremos a poner las urnas. La gente entenderá que es un momento muy importante. Una nación que lleva tres siglos esperando puede estar tres meses más trabajando».
De cara a las elecciones del 20 de diciembre, el líder de CDC juzgó que al Estado «no les da miedo» la CUP sino que «lo que les impresiona» es DiL, que representa el «el carril central» y las «clases medias» de Catalunya y, por esta razón, lo quieren «destruir».
«Democracia i Llibertat es el ancla del soberanismo en Catalunya. Y la cadena que amarra a Catalunya y que hace que el barco no se vaya a la deriva», que es lo que quiere «la gente del Estado», que «se estampe contra las rocas», aseguró Mas.
Mas incidió en la necesidad de mantener esta «cadena» ante la «tormenta» orquestada por el Estado, al que «siempre le queda un Tribunal» al que acudir, la vía de las querellas o poner el «gota a gota» a Catalunya a nivel financiero «y encima que nos tengamos que poner de rodillas para suplicar caridad».
Los agravios
Antes que Mas intervinieron Pellicer; la exalcaldesa de Cambrils, Mercè Dalmau; y Bel. El primero enumeró la lista de agravios del Estado con Tarragona en infraestructuras (o, mejor dicho, la carencia de las mismas): la inacabada estación intermodal «que debía ponerse en marcha en 2012», la A-27, la mejora de la N-340, la variante de la N-420, las estaciones de Salou y Cambrils, el Corredor del Mediterrani, el tercer carril, el apeadero de Bellisens, los accesos a la estación del AVE...
Dalmau lanzó un críptico mensaje, posiblemente a la CUP: «Más allá de las esteladas, las posiciones inamovibles y las camisetas de colores (...) está el voto de la dignidad».
Bel hizo enfadar al público «con Madrid» cuando sacó a relucir la polémica por la estación del AVE en Otero de Sanabria, «un pueblo de 26 habitantes cuyo único mérito es que la ministra deFomento ha nacido en Zamora», dijo en tono despectivo. El público respondió con un «¡Qué vergüenza!». La alusión a la minúscula localidad zamorana fue luego retomada por Mas y Homs. Éste se mostró aún más duro con la CUP que Mas y denunció que los cupaires, en su última asamblea, criticaran a CDC en lugar de al PP y gritaran «Convergència, se’ns està acabant la paciència!» en vez de «Els de Madrid, se’ns està acabant la paciència!». «Cuesta de entender que algunos tengan tan confundidos los adversarios», lamento el exconseller, que amenazó a la CUP al asegurar que «los que están aún deliberando tomarán una decisión y, si no, nos encontraremos en las elecciones».