En un claro entre una extensa masa forestal desde la que se divisa la plana del Baix Penedès. A 600 metros de altura el silencio cuida la zona. Rodeada de bosques, esa finca de 1.645 con sus viñedos acariciados también por brisa marina, llevaba más de dos décadas abandonada.
Can Sumoi, en El Montmell, en la zona conocida como Serra de l’home, es un ejemplo de recuperación del paisaje, de la cultura vitivinícola y de que la agricultura es la manera más natural de proteger el bosque. De cómo la actividad agraria debe formar parte de la montaña para intentar su preservación.
También de que esas prácticas sean reconocidas como garantes de la conservación y la protección. Fue hace cinco años cuando la familia Raventós se fijó en esa vieja viña entre bosques. Unas 20 hectáreas con cepas de 50 años. También con una bodega principal y tres masías de finales del XVII donde se elaboraba el vino, una casa para los arrendatarios y corral. Lo demás, paisaje de montaña.
El objetivo era elaborar vinos naturales con una mínima intervención. Que el gran autor fuese ese terreno mineral, el silencio, el paisaje y una geología única, como explican los impulsores del proyecto.
Organismo vivo
Tras 20 años sin trabajar en esas cepas el reto era tentador, «convertir esta finca en un organismo agrícola vivo para futuras generaciones». Devolver la actividad a esa tierra que iba fagocitando el bosque.
Allí comenzaron a trabajar con las variedades sumoll y montonega, una uva autóctona que surge espontáneamente a partir de cepas de parellada.
Una producción entre 380 hectáreas de bosque. De la manera más respetuosa con el medio y también con un equipo de viticultores de la zona del Montmell y de la cuenca del Foix, conocedores del terreno.
Recuperar variedades y viñas abandonadas en el centro del Penedès es uno de los objetivos de los impulsores de la iniciativa como ya han hecho en Conca del Foix, además de en El Montmell.
Jardinero del bosque
Además de esa elaboración natural, demuestra cómo la agricultura juega el papel de jardinero del bosque para prevenir los incendios.
Así, ese viejo viñedo que abre un claro necesario en una masa forestal continua, debe ser garantía de protección para centenares de hectáreas de pino. «Queremos ayudar a proteger los pulmones verdes del mundo».
Para la elaboración se sigue un tratamiento sostenible con una mínima intervención, sin adicción de aditivos enológicos durante la vinificación. Sólo un mínimo de sulfitos en el embotellado siguiendo la normativa francesa Metode Vin Nature. Vendimia manual y el prensado con levaduras autóctonas.
Premio
La producción integrada al paisaje y de manera ecológica a colocado a Can Sumoi como una de las mejores 100 bodegas del mundo, según la revista americana Wine&Spirits que anualmente edita una guía con 100 destacados de entre miles de candidatos de todo el mundo. El equipo de cata evalúa a ciegas para escoger 100 vinos y 100 bodegas.
En la revista de este agosto ha escogido a Can Sumoi como uno de los mejores del mundo entre diferentes regiones vinícolas como Francia, Italia, Chile o Estados Unidos.
De España sólo se han escogido cuatro bodegas de diferentes zonas y denominaciones de origen. Son Suertes de Marqués (Canarias) Tempos Vega Sicilia (Ribera del Duro), Viñedos Sierra Cantabria (La Rioja) y Can Sumoi (Penedès).
Dar frutos
Es la primera vez que los vinos naturales de la familia Raventós i Blanc aparecen en la lista de las mejores bodegas del año de la revista americana.
Destacan en Can Sumoi que con sólo cinco años de trayectoria, la apuesta por realizar una producción integrada y respetuosa con el entorno natural de la sierra de El Montmell, ya ha dado sus frutos. Consideran que es una producción que se irá implantando.
