Andrey está sano y esto es lo que importa. Más adelante ya le contarán que él nació en un bar, el Malva, en la calle Cor de Maria de Valls. Pasaban minutos del mediodía del pasado martes, 23 de mayo.
Fue su padre quien llamó a emergencias. Su mujer estaba de parto y la cosa iba más rápido de lo previsto. La llamada activó a Mossos (hasta tres patrullas, de las comisarías Valls y Montblanc) y a una ambulancia del SEM, que no llegaba a tiempo.
Una de las agentes de Mossos asumió el rol de comadrona ante la falta de médicos y ayudó a Marina, la madre, a tener a su hijo allí mismo. Lo hizo con confianza y temple y la madre tuvo un parto natural en un lugar jamás soñado de antemano.
Andrey lloró y su madre también. El primero para respirar, la segunda por la alegría del retoño recién nacido. En el bar no hubo ronda, sino alegría compartida de un nacimiento imprevisto de un niño sano y fuerte.
Y la ambulancia llegó. Tarde, pero llegó. Sus técnicos sanitarios relevaron a la agente y se encargaron de Marina y Andrey. Ambos fueron trasladados al Pius Hospital de Valls, donde al día siguiente la ‘comadrona’ y sus ayudantes policías quisieron ver de nuevo a su ahijado y a sus padres.
La foto lo dice todo. Alegría por el trabajo bien hecho de unos agentes acostumbrados a todo menos a ser partícipes de un alumbramiento. Incluso se permitió sacarse la mascarilla para inmortalizar el momento.
Ya solo queda volver al bar, al Malva de la calle Cor de Maria de Valls. Y esta vez ronda de celebración sin ningún imprevisto.
