Berta Lázaro es cofundadora de TeamLabs, una comunidad de talento innovador y emprendedor que, entre otros proyectos, cuenta con el grado universitario en Liderazgo Emprendedor e Innovación LEINN, certificado por la Universidad de Mondragon y con campus en Barcelona, Madrid y Málaga. Recientemente estuvo en Tarragona, donde participó en una jornada organizada por la Tarraco Startup Community.
Es frecuente recibir, desde el mundo de la empresa, mensajes sobre jóvenes que se incorporan al mercado laboral con una buena formación técnica per con muchas carencias en soft skills. ¿Qué sucede?
¿Tenemos un problema con las soft skills? Si lo tenemos, siempre lo hemos tenido. Lo que sucede es que ahora es más visible, porque es la propuesta diferencial en las organizaciones. Tiene que ver con que la adaptabilidad, resolución de problemas o creatividad se mete dentro de las soft skills. Y, si hablamos de la educación, falta foco para poder hablar de ellas.
¿En qué sentido?
En nuestra propuesta educativa nos damos espacio para hablar de ello, pero en la educación tradicional no se le da ese espacio, y la gente no es consciente.
¿Qué nos falla?
Es muy nuestro pensar siempre en lo que nos falla. Una de las cosas que falla es que no sabemos lo que no falla. Cuando llega un nuevo estudiante, suelo preguntarle: «¿En qué eres bueno?». Y ahí lo tienes diez minutos, en jaque, pensando, y lo único que te dice es: «Saqué sobresaliente en mates». Hay poco entrenamiento de autoconocimiento.
Entonces, lo que nos falla es el autoconocimiento. ¿Es eso?
Lo que nos falla es saber en qué somos buenos. Siempre hay alguien mejor, pero en qué soy bueno. Nos falta regular cómo nos contamos de manera sana las cosas buenas. Nos falta a todos y a todas hacer sin saber: «No tengo ni idea de cómo lo voy a hacer, pero lo voy a hacer». Eso es imprescindible para emprender.
Entramos en el mundo del emprendimiento. ¿No es un discurso bastante peligroso, el de ‘si quieres, lo puedes todo’?
Es que ‘hacer’ no es lograrlo, ni ‘el camino del éxito’, sino no bloquearte. Yo no hablo de ‘tú puedes todo’, sino de que si empiezas a hacer, a pesar de que no sepas, vas a encontrar qué tienes que saber, y ahí empieza la capacidad de aprender. Es el aprender a aprender.
Hay un discurso muy agresivo, dirigido a jóvenes, donde influencers y streamers proclaman ese ‘camino del éxito’. ¿Qué impacto está teniendo?
Ese discurso del emprendimiento es totalmente perverso, y el algoritmo de Instagram está jugando en contra de construir impacto en el territorio. Desde hace cinco años estamos notando el algoritmo, con un vocabulario ‘startupero’ que lo tienen chavales, y solo chicos. Esos jóvenes vienen habiendo consumido el tipo de emprendimiento que se vende por Instagram, el de «si me compras este bootcamp te vas a hacer rico», y durante el primer año desaprendemos esos modelos.
Superado el discurso tóxico de ‘ganadores’ y ‘perdedores’ de personajes como Llados, hay otros discursos, como el del emprendimiento de impacto. ¿Todo ha de ser de impacto?
Las empresas son herramientas de transformación económica y social, y por lo tanto son de impacto. ¿Que ahora es una etiqueta más? Creo que los hashtags a veces nos ayudan, a veces nos dividen. No todos somos tan sociales como Médicos Sin Fronteras o Open Arms. Me preocupa más la polarización de la sociedad, que te tienes que posicionar en quiénes son los buenos y los malos. Cuando empezamos a ponernos los hashtags, perdemos la oportunidad de aprender unos de otros.
Más etiquetas: edadismo. ¿Hay que ser joven para emprender, hay que tener una experiencia?
Mi respuesta es ‘las canas con las ganas’. Construir equipos en los que seamos capaces de traer ganas a la mesa con pocos saberes, y canas con saberes... y también ganas. Por determinación pura, los mayores de 40 años impulsan negocios más longevos, pero los jóvenes tienen otras cosas, que es el no saber, que es un activo super relevante para lo que tiene que venir. Yo, con la edad, tengo más prejuicios de los que tenía.
Querer saber y tener esa humildad para admitir que no se sabe, ¿es algo que va con la edad? Hay gente que ‘nació enseñada’, y puede ser muy joven...
Ahí tiene razón.
¿Alguien que monta una peluquería para autoocuparse es un emprendedor?
Sin duda, un señor o una señora que monta una peluquería es un emprendedor. Con un hacer, genera un negocio. Hay gente que está montando cosas, donde lo que más les gusta de su proyecto es la parte de hacer. En nuestro caso, somos un entorno de experimentación, y una peluquería usual no estaría, pero ese negocio tiene que seguir estando, y nosotros tenemos que experimentar. Mi línea roja en el emprendimiento son las propuestas que no aportan valor, o se benefician del valor de otros.