«El sueldo limpio son 695 euros, 12 pagas. Tengo que hacer 18 habitaciones en cinco horas y media. No llegamos a todo», se resigna una camarera de piso de un lujoso y reputado hotel tarraconense. «Me sale la hora a cuatro euros», admite este empleada que prefiere no dar su nombre y que trabaja seis días a la semana.
Ella es víctima de la externalización de la limpieza que relega a las camareras de hotel a bajos sueldos y condiciones precarias. De un tiempo a esta parte sus condiciones se devaluaron de forma alarmante. «Cuando nos subrogaron nos pusieron un mínimo de 14 habitaciones diarias y a partir de ahí nos daban un plus de 2,5 euros brutos por cada una de más. Luego lo quitaron porque era ilegal. Entonces nos dejaron con un salario de 720 euros, y luego con el actual: 695 euros limpios, todo incluido», cuenta esta camarera. Aquel plus de 2,5 euros brutos le llevó a un desgaste brutal de 30 habitaciones al día para intentar alcanzar los 1.000 euros, 300 más de lo que llega a cobrar hoy. Cada habitación exige entre 25 y 45 minutos. Si se produce un cambio de cliente, limpiar puede llevar hasta una hora.
Fuera del convenio
Son el reverso oscura de la siempre pujante industria turística, también en Tarragona y en la Costa Daurada, que el año pasado firmó la mejor temporada de la historia. Mientras se baten cifras de récord, mientras acuden cada vez más turistas que nunca, existe una parte del sector maltratado por los hoteles. «Hay una parte del colectivo que sí está dentro del convenio de hostelería. Ellas están bastante mejor, es un convenio medianamente digno, aunque hay un problema de sobrecarga de trabajo, porque cada vez reducen más la plantilla», admite Paco López, representante de UGT en Tarragona.
El problema viene en aquellos empleados que un momento dado dejaron de pertenecer a la empresa hotelera y fueron subcontratados por una firma multiservicios, quedando así fuera del convenio de hostelería. «Con la reforma laboral, fueron subrogando a las trabajadoras, a veces cambiando de una empresa a otra. Entre las camareras de piso que siguen vinculadas al hotel y las que son subcontratadas hay una diferencia de sueldo de hasta 450 euros al mes, por hacer el mismo tipo de trabajo, cuenta Dolores López, representante del comité de empresa de los hoteles de PortAventura, que da más detalles sobre la precarización de este colectivo eminentemente femenino que puede llegar a encadenar 11 días de trabajo y que limpia por 1,5 euros habitaciones que valen 80 o 100 euros la noche. Unas cobran 1.000, con suerte un poco más, otras no llegan ni a 700. «El desgaste físico de estas empleadas puede ser similar al de un picapedrero. Estas empresas multiservicios están haciendo dumping a las que sí aplican el convenio de hostelería», cuenta Paco López.
En algunas ocasiones, tienen un mínimo de habitaciones mensuales para alcanzar el sueldo pactado. Si la jornada no ha permitido llegar a la marca obligatoria, las camareras deben echar horas extras, ninguna remunerada. «Estamos hablando de un sector absolutamente trinchado en el que se hacen animaladas, con cargas brutales de trabajo. Muchas se han plantado», sostiene Joan Moreno, secretario de la federación de movilidad, transporte y consumo de UGT en Tarragona.
Los empleados de limpieza y lavandería de la firma Claro Sol Facilities que trabajan en PortAventura han aprobado esta semana por unanimidad ir a la huelga. Quedan por decidir los días exactos en los que se hará el parón. Núria Pelay, también desde UGT, enumera algunas de las condiciones: mujeres con contratos de trabajo de cinco horas que acaban haciendo diez; 18, 20 y hasta 24 habitaciones que hay que dejar en perfecto estado a diario con dos, tres y cuatro camas. «Son cargas de trabajo inasumibles. ¿Y cómo lo hacen? En detrimento de su salud. La mayoría aguantan a base de pastillas y dolor constante», denuncia Núria Pelay.
Por un lado, hay un colectivo que incluye a quienes están contratadas por esa firma externa al hotel llamada multiservicio, con un convenio de empresa propio inferior a los mínimos que marca el convenio sectorial. Esta práctica es legal desde que en la reforma laboral de 2012 se permitió que un convenio de empresa prevalezca sobre el de su sector. El segundo problema es el de las subcontratas que sí pagan lo mismo que el convenio, pero contratan a las trabajadoras a jornada parcial y les obligan a limpiar un número tan alto de habitaciones que les obliga a quedarse más horas de las que marca su contrato.
«Decimos ‘no’ a la externalización: exigimos la modificación del artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores para garantizar la igualdad de contratación e impedir la cesión ilegal de trabajadoras», narra el colectivo, que reclama con especial énfasis el blindaje de los convenios de hostelería.