La URV realiza la restauración arquitectónica virtual de Cuzco

Investigadores del Seminari de Topografia Antiga confeccionan la primera carta arqueológica de la antigua capital inca

19 mayo 2017 20:59 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:14
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Un ambicioso trabajo del Seminari de Topografia Antiga (Setopant) de la Universitat Rovira i Virgili ha entrado de lleno en la élite cultural internacional. La Smithsonian Institution de Estados Unidos, la institución federal más importante a nivel cultural del país norteamericano –financiado y administrado por el gobierno de Estados Unidos–, expone desde hace unos meses el resultado del estudio de los investigadores del Setopant, la reconstrucción arquitectónica virtual de la antigua capital del imperio Inca, Cuzco, en el siglo XVI, justo cuando llegaron los conquistadores españoles. El trabajo de los científicos de la URV forma parte de una gran exposición sobre el Camino del Inca, la ruta que unía todo este imperio precolombino –el mayor en extensión del continente– y que se realizaba a pie y parte del cuál aún puede recorrerse –es uno de los reclamos turísticos de Perú–.

La Smithsonian Institution sería el equivalente del Ministerio de Cultura en España y dispone de 19 museos en todo Estados Unidos –14 en Washington–, 9 centros de investigación y un zoo. El Museo Nacional del Indígena Americano acoge la muestra y el trabajo del Setopant puede verse en una gran mesa táctil. El proyecto de los investigadores de la URV se impuso a la Universidad de Arkansas y al Cotsen Institute of Archeology de UCLA (University of California Los Angeles). «El conservador de la Smithsonian para Latinoamérica, Ramiro Matos, conocía nuestra labor. Ellos querían hacer una gran maqueta virtual de Cuzco para la exposición y por eso nos eligieron, porque sabían que llevábamos tiempo trabajando a pie de campo», dice Ricardo Mar, director del departamento de Historia e Historia del Arte de la Universitat Rovira i Virgili y miembro del SETOPANT.

La reconstrucción virtual de Cuzco es la consecuencia de un trabajo de cinco años por parte de los investigadores del Setopant. Fue el arqueólogo Eudald Carbonell del Institut Català de Paleocologia Humana i Evolució Social (IPHES) quien estableció los primeros contactos para el desembarco de la URVen Perú en un gran proyecto destinado a averiguar los orígenes urbanos de toda América Latina. De esta forma, se inició la colaboración entre la URVy la Universidad Nacional San Antonio Abad deCuzco. «Empezamos a trabajar con la facultad de arquitectura de la universidad de Cuzco. Hasta ese momento, la arqueología en América se había centrado únicamente en la antropología y la etnografía, dejando a un lado la arquitectura. La perspectiva de los científicos peruanos y norteamericanos es el estudio de los objetos. No les interesa tanto cómo eran las cosas sino para qué servían», explica Ricardo Mar. «Nosotros llegamos con una metodología nueva para ellos. La misma que hemos aplicado para la restauración arquitectónica de Tarragona [restauración de Tarraco para GoogleEarth, por ejemplo]», explica Alejandro Beltrán-Caballero, responsable del proyecto.

 

La carta arqueológica

Cuando los investigadores tarraconenses empezaron su investigación, se encontraron con simples plantas de edificios en los planos, sin ningún alzado que permitiera hacerse una idea de cómo era Cuzco en el siglo XVI. «Su gran ejemplo arquitectónico es Machu Picchu, una ciudad que se encuentra prácticamente intacta, por lo que no han tenido que hacer ninguna restauración arquitectónica. Pero Machu Picchu es 20 veces más pequeña de lo que era Cuzco», explica Beltrán-Caballero. Después de repasar la bibliografía existente y con las memorias arqueológicas facilitadas por el Ministerio de Cultura peruano, el Setopant y un grupo de estudiantes del Centro de Arqueología Urbana de Cuzco creado a raíz de la colaboración entre las dos universidades, recorrieron las calles de la ciudad para documentar los restos arqueológicos. «Cuzco y Tarragona tienen muchos puntos en común. La ciudad colonial se erigió encima de la antigua ciudad inca y la ciudad moderna, a su vez, sobre la colonial. Antes de nuestra llegada no existía una carta arqueológica de la Valle de Cuzco. Nosotros la hemos hecho», afirma Mar.

Esta carta supone poner en el mapa de la ciudad actual todos los hallazgos arqueológicos. A partir de ahí empezó el estudio y la interpretación de cómo fueron los edificios de Cuzco en la época inca. «Cuzco experimentó un gran crecimiento poblacional a partir de la década de 1950. Anteriormente era una ciudad que se había conservado prácticamente intacta desde la llegada de los españoles», afirma Mar.

 

La torre circular

Según Mar y Beltrán-Caballero la mayor parte de información que se dispone de la arquitectura inca proviene de los denominados «usurpadores de idolatrías», esto es, miembros de órdenes religiosas españolas que se encargaron de destruir los santuarios incas. Estos santuarios eran claves en los asentamientos indígenas porque no se podía trabajar la tierra sin el beneplácito del santuario (el papel sagrado de la Madre Tierra o Pachamama). Uno de los trabajos más destacados del proyecto es la restauración de la torre circular que se encuentra en la fortaleza de Saqsaywaman, en una colina de Cuzco. La ciudad, a vista de pájaro, tiene la forma de un puma y Saqsaywaman sería la cabeza, siendo la torre circular, de la cuál solo se conservan los cimientos, el ojo. «Se trata de una torre con canales de difícil interpretación. No sabíamos si tendría la fachada lisa o escalonada y qué papel podría tener la posible presencia de agua », dice Mar.

El descubrimiento de una pintura de la catedral de Cuzco y que ahora se encuentra en Argentina y un texto de Garcilaso de la Vega empezaron a desvelar algunas incógnitas. La torre era escalonada según la pintura y había agua en la base de la misma según el poeta y militar español. La presencia de agua quedó ratificada al encontrarse documentación de un juicio entre terratenientes y monjes por el control de la misma. «La conclusión es que había una lámina de agua en el fondo de la torre que servía para observar las constelaciones y las ventanas laterales servían para ver las estrellas», asegura Mar.

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