‘Monòlegs Científics’, cuando el humor y la ciencia van de la mano

Carles Cortés, uno de los comunicadores con mayor calado del territorio, se subió al escenario con la naturalidad del que ya cuenta con mil cicatrices en su espalda. Sabe cómo tocar la fibra de la gente, en este caso tuteó al alumnado de los diferentes centros educativos tarraconenses que se personaron como público en un Teatre Bartrina inundado de curiosos.

Los Monòlegs Científics se han convertido en una de las actividades fetiche de la Universidad Rovira i Virgili, por recorrido y por afinidad. Sus protagonistas logran que la ciencia salga de ese lenguaje técnico poco adecuado para la mayoría de los mortales. En este caso, seis alumnos y alumnas que cursan el doctorado desmenuzaron la temática de sus tesis en cuatro minutos. Todo, en un tono simpático y transparente. «Pensad que no son humoristas, necesitan respeto y silencio», advirtió Cortés para romper el hielo.

Valero Gimeno contó con el honor de inaugurar esa matinal de monólogos con una pregunta al aire, Químics o arquitectes moleculars? Reflexionó sobre el proceso científico de la menta e incluso se atrevió a contar que «un químico debe ser muy preciso. La química está en todos lados, incluso en un simple chicle». Todo eso antes de ganarse el beneplácito de la platea y del jurado. Un buen punto de partida. Valero ha visitado países como Inglaterra, Escocia o Australia en clave formativa. Finalizará esos estudios en Japón, donde se establecerá en pocos días.

Elena Figueroa y Oriol Marimón, por su parte, ocultaron ese miedo escénico lógico para los que no andan acostumbrados a exponerse con unas reflexiones limpias, sin demasiados pelos en la lengua y con toques amables. Marimón, incluso, decoró su intervención, que se basó en las mentiras que cualquier ser puede hallar en la redes sociales, con un «como más cosas sepas, menos te engañarán. No os creáis todo lo que se enseña en las redes sociales». Invitó a los jóvenes a indagar en las cuestiones que les llaman la atención. A encender la inquietud.

También los Castells obtuvieron su dosis de actualidad con la labor que lleva a cabo Arnau Montoya, un amante de la cultura popular que realiza un estudio del paisaje cultural de las plazas castelleres. Concretamente, ha facilitado el primer ranking de plazas con mayor y menor dificultad.

En todo caso, como todo concurso, el jurado coronó un ganador. Adrià Vilalta degustó el primer premio con su actuación El gust més avall de la boca y también la mención al mejor monólogo en catalán.

Estudiante del programa de doctorado en Nutrición y Metabolismo, Adrià Vilalta destacó por su capacidad para explicar de forma clara y comprensible qué son los receptores del gusto amargo que el ser humano tiene repartidos en la lengua y por todo el trato gastrointestinal y cuál es su función, tanto a la hora de identificar sustancias que pueden repercutir en tóxicas para el organismo, así como por sus efectos positivos para la salud.

El jurado lo formaron Carmen Gómez, vicerrectora de Doctorado; Jordi Farré, profesor del Departamento de Estudios de Comunicación y Helena González, monologuista de BigVan Ciencia, el grupo que amenizó el espectáculo y que confirmó que el humor y la ciencia van de la mano.