La paloma pervive en el subconsciente colectivo como el símbolo de la paz, por lo que despierta cierta simpatía. Pero hace tiempo que las palomas en Tarragona han dejado de ser una graciosa atracción a las que se echaban migas de pan o granos de maíz en parques y plazas para convertirse en un auténtico problema.
Con un período de incubación inferior a la veintena de días y dos nidadas de dos huevos cada una por año, la proliferación sin freno de estas aves ha dado lugar a una plaga incontenible de graves consecuencias.
Las aceras, los vehículos, los bancos, los balcones, los monumentos.... la ciudad toda esté llena de excrementos, con los perjucios que estos generan, pues el ácido que contienen puede llegar a dañar coches y construcciones.
Además, de un tiempo a esta parte han perdido el miedo y ya cuesta comerse un pincho en una terraza del centro sin tener palomas al lado, cuando no se suben directamente a la mesa a comer.
Su consideración de plaga debe contribuir a combatir el problema y reducir drásticamente la cantidad de palomas en la ciudad
Pero, más allá de estos problemas materiales, se trata también de un asunto de salud pública, pues tal cantidad de palomas puede generar y propagar enfermedades como la ornitosis, la salmonella y la Escherichia coli (E.coli).
La ciudad de Tarragona lleva años tratando de reducir la población de palomas, para lo que ha recurrido a los más diversos métodos, desde jaulas para capturarlas y luego eliminarlas, hasta el uso de pienso anticonceptivo, entre otras medidas que incluyen el cambio de algunos de los huevos en los nidos por otros de plástico. Pero, como evidencia la realidad, el resultado no ha sido el esperado.
Uno de los motivos que explican tanto fracaso se halla en el puerto, donde las palomas encuentran mucho alimento y un muy fácil acceso a él, lo que incluso tiene un efecto reclamo que atrae a aves de otras localidades.
La iniciativa del Ayuntamiento de declarar la plaga debe contribuir a combatir el problema y reducir drásticamente la cantidad de palomas en la ciudad. Se trata de una imperiosa necesidad, pues está en juego la salud de los ciudadanos.
