El debate en torno a la calidad del aire en el Camp de Tarragona ha sido tradicionalmente un tema abonado a la polémica y la suspicacia, lo que explica esa sensación que pervive en buena parte de la ciudadanía que expresa cierta inseguridad, mientras la sociedad en general acepta los niveles de contaminación con una dosis de pragmatismo y con el consuelo de que la actividad industrial genera puestos de empleo y riqueza. No debería ser incompatible el funcionamiento de las fábricas con el derecho que tiene toda persona a respirar aire limpio y sin riesgos para la salud. El origen de este problema se encuentra fundamentalmente en las emisiones originadas por el tráfico, las industrias y las calefacciones. Numerosos estudios epidemiológicos han demostrado en los últimos años que el impacto de la polución ambiental sobre la salud colectiva es muy superior al que se temía, hasta el punto de que la mala calidad del aire se ha convertido en una de las principales causas de enfermedad y muerte prematura en las grandes ciudades.
Una buena gestión de la calidad del aire pasa por que la ciudadanía conozca lo que respira y por planes que reduzcan la contaminación
Solo en la UE se calcula que provoca 300.000 muertes prematuras al año, y un estudio presentado en 2023 por Ecologistas en Acción cifraba en 25.000 las personas que mueren al año en España por afecciones cardiorespiratorias y pulmonares derivadas de la alta polución del aire, 15 veces más que las muertes causadas por accidentes de tráfico. El asunto, pues, merece ser tomado como una prioridad. Es verdad que la legislación avanza en el sentido de proteger a las personas y reducir las emisiones contaminantes, un contexto en el que se incluye el plan de zonas de bajas emisiones en las ciudades, pero no es menos cierto que la implementación de las medidas avanza a un ritmo más lento del deseable. En todo caso, cabe exigir de las administraciones y de todos los entes implicados la máxima transparencia, toda vez que una buena gestión de la calidad del aire debe pasar por que la ciudadanía conozca el estado de lo que respira, y por que se establezcan planes de acción que reduzcan la contaminación. Nos va en ello la salud.