Todos los caminos conducen a Grozny (3): el pájaro de la venganza

También la venganza y el imperioso afán de la riqueza acaban siendo irracionales

19 mayo 2017 23:10 | Actualizado a 24 diciembre 2019 17:40
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‘Cuanto más se prolongue esta guerra, tanto más irreversibles serán las consecuencias. La más aterradora de todas es el odio, El odio checheno a los rusos. El odio de los rusos a los chechenos», habían escrito Litnivenko y Felshtinski (Rusia dinaminata) en el año 2007, más bien el segundo porque el primero lo envenenaron con polonio en Londres.

Y, sin embargo, junto al odio también se da el amor. Uno de los mejores poemas de Pushkin (Prisionero en el Cáucaso) dice, refiriéndose a Chechenia: «es un nido de tribus de asaltantes». Pero al mismo tiempo relata los amores entre un prisionero ruso y una beldad chechena.

La periodista Anna Politkovskaya, asesinada en su casa de Moscú, es también consciente que aunque acabe la guerra (como así fue) el odio y el afán de venganza será difícil de erradicar: «¿Podrán reconciliarse con Rusia? No lo creo posible. El divorcio es definitivo y la separación de ChecGroznyhenia es sólo cuestión de tiempo. Pero ¿cómo evitar que en el momento del divorcio otro loco desencadene desde el Kremlin una tercera guerra en el Cáucaso?»

El ministro de Turismo lleva al puñado de viajeros que han acudido a Grozny a su extraño Congreso a presenciar un espectáculo de niños y de niñas chehenos en el Teatro estatal. Dos retratos gigantescos de Putin y de Kadírov (padre) presencian la escena. Los niños, que bailan magníficamente, se empeñan en hacer gestos para parecer seres terribles y violentos, pero no dejan de ser niños que juegan a ser mayores. En el teatro no hay ni un solo hombre: sólo a las madres y a las abuelas de los actores, muchas de ellas viudas, se les han permitido presenciar el espectáculo.

¿Tienen razón Litnivenko y Felshtinski y el odio y el deseo de venganza sigue todavía presente en estas tierras del Cáucaso y no sólo es una representación teatral?

Dicen que la mejor novela sobre la guerra de Chechenia es Asán y que uno de los mejores novelistas rusos actuales es su autor (Vladimir Makanin). Anna Politkovskaya da fríos datos demoledores de la barberie que supuso la guerra por ambos bandos y sobre todo de la represión. Makanin es un artista que sabe que sólo podremos comprender la verdad y la crueldad hasta sus últimos extremos si dejamos de ser espectadores y nos convertimos en personajes del drama.

El protagonista de la novela de Makanin, el mayor Alexander Zhilin, es un traficante de carburantes que vende tanto a los chechenos como a los rusos en un mundo en que lo único que importa es el dinero y en el que sólo cuenta el deseo de venganza y de sobrevivir a toda costa.

Los personajes de Politkovskaya son seres reales envueltos en una hidra monstruosa que ha hecho aparecer bandas integradas por excombatientes rusos y chechenos que se burlan olímpicamente de las diferencias religiosas, ideológicas y nacionales entre Rusia y Chechenia, que lo único que buscan es el pillaje sin más y que carecen de todo fundamento moral. Junto a estos grupos han surgido también pequeñas cédulas integradas por miembros de una misma familia, que poco les importa si sus enemigos son los federales o los chechenos pues se mueven sólo por el deseo de venganza y también por el afán de dinero.

Makunin nos desvela en boca de un general ruso el significado del extraño nombre de su novela. Asán es un antiguo dios de estas tierras que precedió a los musulmanes y a los cristianos. Y nos dice: «El Islam era entonces [...] una fuerza innovadora, potente, que se impuso a un credo que estaba en decadencia, pero no fue nunca una fuerza vengativa. En cambio, Asán, representado por un pájaro negro, no tenía más filosofía que la pura venganza». Este dios todavía pervive en el inconsciente colectivo y explica muchas de sus actos.

Acabada la representación del teatro, el ministro invita a los viajeros a la cena final. Charles Veley, «el hombre que más ha viajado del mundo», según el Guinnnes, por lo menos el que lo era hasta que Ken Parrish le ganó por pocos puntos, se levanta y dice unas palabras de agradecimiento a la hospitalidad chechena. El intérprete del ministro traduce sus palabras al inglés, quien agradece la celebración del Congreso en Grozny como prueba de la nueva situación del país y desea una buen regreso al hogar a todos los participantes.

Pero en el Cáucaso hay que estar preparado para las improvisaciones porque a veces puede convertirse en una ratonera, igual que se convirtió la escuela de Beslán el primer día de colegio en la que murieron más de trescientos niños y profesores secuestrados por un grupo de rebeldes al mando de Basayev.

Ninguno de los expertos viajeros del Congreso consiguieron volver por las rutas inicialmente previstas. Sólo Ken Parrish, por eso es el mejor, pasó la frontera con Georgia antes que la cerrarán. Los demás, atrapados en las Osetias, se dedicaron a pensar en un lugar apacible y tranquilo para celebrar el próximo Congreso. «¿Dónde?» «La franja de Gaza», dijo Veley.

Las tensiones entre rusos y chechenos en el fondo se reproducen en otros muchos sitios, en especial en Oriente Medio y el Norte de África, aunque sea con otros nombres y en otras circunstancias. El cáncer como la hidra se extiende por todas partes.

El odio y el amor son fuerzas irracionales. También, aunque al principio puedan tener una causa, la venganza y el imperioso afán de la riqueza acaban siendo irracionales. Esa irracionalidad, ese no encontrarle una justificación o una causa a determinados actos humanos, es lo que nos aterra de los hechos terroristas. Mucho más que las propias muertes provocadas.

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